La agricultura tradicional de la Vall de Gallinera repasa cada año la productividad de muchos de sus campos con la llegada de la temporada de la cereza. Es sin duda el cultivo estrella del interior de la Marina Alta, con gran representatividad también en la Vall d’Ebo, la Vall de Laguar y la Vall d’Alcalà. Un tesoro que acumula desde hace años bastantes males y que pone de relieve la gran crisis que sufre la agricultura de base en la comarca.
Un declive que no cesa desde 2018
Desde 2018 en adelante, las distintas cosechas han ido cada vez a peor. Tal como destaca el Ayuntamiento de la Vall de Gallinera, son distintos los factores que han provocado el declive de la cereza. La expansión de la plaga Drosophila suzukii, la falta de adaptación de las variedades actuales, los efectos del cambio climático con sequías prolongadas y alteraciones en las horas de frío, además del alto coste de producción y la escasa cobertura de los seguros agrícolas en zonas de minifundio hace cada vez más imposible mantener el cultivo.
«Hay mucha gente que ha abandonado las tierras y eso se nota», asegura Ismael Cortell Vercher, presidente de la Cooperativa de Cireres Muntanya d’Alacant, con sede en Alpatró, en la Vall de Gallinera. Según los datos del Banc de Dades Territorial de la Generalitat Valenciana, la Vall perdió en cinco años, del 2017 al 2022, unas 122 hectáreas de superficie de cultivos de frutales no cítricos, pasando de 371 ha a 249 ha.
Desde la bella floración de los cerezos en marzo, hasta el final de la temporada de la fruta en junio, los agricultores de la Cooperativa de Cireres mantienen el aliento para que las condiciones sean las idóneas para una cosecha fructífera. En 2023, la agrupación cerró sus puertas por la nula producción. El pasado 2024, aunque no fue ni de lejos abundante, pudieron comercializar un mínimo de cereza.
«Este 2025 la campaña ha sido algo mejor, diría que hemos duplicado la producción respecto a 2024. Calculamos que hemos recogido entre 40.000 y 50.000 kilos». La cantidad es irrisoria comparada con la de hace siete años, cuando se produjeron 800.000 kilos de cereza.
La climatología, otro enemigo imprevisible
Este año ha sido más húmedo que el anterior, y los frutales lo han notado. Sin embargo, «hemos tenido otro contratiempo. Hubo cuatro días de niebla densa que cerró el cielo en la Vall, justo en el momento en que las cerezas estaban cambiando de verde a blanco. La falta de sol y aire hizo que perdiéramos el 50% de la cosecha en esa zona». Las cerezas no soportaron tanta humedad seguida sin la ventilación y temperatura adecuadas y muchas se rajaron.
Aunque, si la Marina Alta sabe algo con certeza es que la calidad de las cerezas que llegan a sus municipios desde les Valls es inmejorable. «De sabor han salido excelentes y con buenos calibres también», explica Ismael. Los precios de este 2025 varían bastante en función, precisamente, de la calidad y el calibre, por lo que es posible encontrar cajas desde 4 o 5 euros hasta 20 euros.
Nuevas variedades para un futuro incierto
La Vall de Gallinera, bajo la Indicación Geográfica Protegida de Cerezas de la Montaña de Alicante, trabaja con tres variedades: la Burlat (temprana), la Prime Giant (media temporada) y la Starking (finales). Desde que la producción ha ido mermando en los últimos siete años, desde la cooperativa, mediante sus socios de forma individual, se vienen haciendo estudios con otras variedades adaptadas a las condiciones climatológicas vigentes, que necesiten menos horas de frío.
Hay una específicamente que «a partir del tercer año de plantación empieza a dar una producción óptima» y parece que puede funcionar. «Creemos que puede ser una de las vías para adaptarnos al cambio climático», avanza Ismael. La cooperativa y sus socios reclaman a las administraciones muchas más ayudas que impulsen esta nueva vía para el futuro. «Hemos recibido algunos préstamos y renovado la confianza con un banco, lo que nos ha permitido reestructurar la deuda con una hipoteca a 15 años, pero el futuro depende del apoyo que recibamos. Si no cuidamos el territorio, lo perderemos. Necesitamos ayudas económicas individuales y colectivas para regenerar el sector, transformar fincas, reconvertir variedades, recuperar árboles…», reclama el presidente.
Hoy, sábado 7 de junio, la Vall de Gallinera celebra la Festa Reivindicativa de la Cirera, un título que grita desde hace algún año el peligro de extinción al que se enfrenta el cultivo en el interior de la Marina Alta y en toda la Indicación Geográfica Protegida de la cereza alicantina. La jornada estará abierta a vecinos y visitantes que quieran conocer desde dentro la larga tradición agrícola de la zona, compartiendo espacio con la cultura y la gastronomía en un amplio abanico de actividades.
«Tenemos territorio, clima y tradición, pero necesitamos ayudas para reconvertir el sector. Apostamos por este producto porque es parte de nuestra identidad y economía», concluye el presidente de la Cooperativa de Cireres Muntanya d’Alacant.
Vivo a 3km de Pego … Sin acritud…va para estos ayuntamientos… Si siguen compromis y otros » tan cerriles» gobernando por esta zona de los valles ,poniendo pegas y / o prohibiciones a los propietarios de tierras , a los que tienen animales o a los que quieren ir a vivir ahí…seguirán perdiendo campos de cerezas y otros…
Hay que ser un poco más abierto y distribuir «con más cabeza» las subvenciones que os llegan dando más servicios a las personas. Y recordad, que los funcionarios trabajais «para el pueblo «….
Que tengáis un buen día
Luis
Hace ya tiempo que no trabajan para el pueblo, sino para su agenda.