Mediados de agosto, en plena ola de calor y en riesgo extremo de incendios en toda la Comunitat Valenciana. Era el cóctel perfecto para desatar el peor siniestro forestal en pleno corazón de la Marina Alta de la última década.
Las primeras horas y días
A las 21:37 h de la noche del sábado 13 de agosto de 2022, un rayo toca tierra en mitad de una tormenta seca. El impacto es en la partida Frigalet de Vall d'Ebo, un trágico suceso que provoca rápidamente un incendio forestal. Pocas horas después, a las 00:35 h, se activa la Situación 1 del Plan Especial Frente al Riesgo de Incendios Forestales (PEIF) de la Comunitat Valenciana. Pero el riesgo no tarda en elevarse a la Situación 2 donde ya peligra la población a las 01:00 h de la madrugada.
La misma noche el fuego se dirige con saña hasta la Vall de Laguar, la Vall d'Alcalà y la Vall de Gallinera. En 12 horas 1.500 hectáreas de terreno son invadidas por las temidas llamas de un incendio que sigue sin control y se ve altamente condicionado por las altas temperaturas, un viento impredecible, baja humedad y una orografía muy complicada.
El 14 de agosto, el fuego ya ha arrasado 2.200 hectáreas y 10 km de perímetro a las dos del medio día. Mientras que apenas cuatro horas después las llamas devoran 3.500 ha y un perímetro de 30 km. Esa misma jornada, se producen los desalojos de los vecinos de los diseminados de Pego y también de los de Benirrama, Benialí (Vall de Gallinera) y Alcalà de la Jovada (Vall d'Alcalà) y más tarde a los de l'Atzúbia y Castell de Castells. Todos ellos deben reunirse en el Espai Veïnal pegolí con la coordinación de Cruz Roja Alicante y el grupo Acció Urgent.
Dos semanas de lucha
Desde cualquier punto de la comarca eran visibles las llamas, el humo o los restos de ceniza. Algo que podía definir a quilómetros de distancia la magnitud de lo ocurrido. Ya fuera en un pueblo o en otro, el «que pena, ojalá lo apaguen pronto» era el comentario más utilizado entre el 13 y el 17 de agosto de 2022. Las horas y los días se hacían eternos mientras centenares de dotaciones especiales luchaban sin descanso contra el fuego.
La esperanza llegó con el aumento de la humedad sobre la comarca al cuarto día. Esa tarde, las nubes y unas lluvias milagrosas hicieron acto de presencia y, aunque el desastre se alargó bastante más, fue a partir de entonces cuando, entre tanto desastre, pudimos escuchar algunas buenas noticias. Las más de 1.200 personas desalojadas fueron regresando a sus casas progresivamente, los medios de extinción iban reduciendo las dotaciones en la zona y las llamas iban perdiendo poco a poco su temible fuerza.
Dos semanas pasaron hasta que el cuerpo de Bomberos de Alicante anunció la noche del sábado 27 de agosto que daban por extinguido el incendio. Un respiro para miles de vecinos que vieron sus terrenos arder y para toda una comarca que había perdido gran parte del pulmón verde que la llenaba de vida. 12.556 hectáreas quemadas, 100 km de perímetro de superficie forestal arrasada.
La Vall d'Ebo fue el foco original, pero un total de 15 localidades fueron alcanzadas por el monstruo naranja. La Vall de Gallinera, la Vall de Laguar, la Vall d'Alcalà, Pego, l'Atzúbia, Castell de Castells, Tormos, Orba, además de las localidades vecinas de Planes, Balones, Benimassot, Tollos, Facheca y Famorca.
¿Y ahora qué?
El tiempo de espera hasta que una zona devastada por las llamas se recupere es tremendamente largo. Pero la naturaleza es sabia y si algo nos enseña es que renacer de las cenizas es lo suyo. Apenas dos meses después, en otoño, los términos municipales de la Marina Alta, cuya flora se basa en las especies rebrotadoras, comenzaron a crecer.
Néstor Portes, del colectivo Pego Viu asegura que zonas como las de la Vall de Gallinera o parte de Castell de Castells llevan muy buen ritmo de recuperación. «En la Solana, por ejemplo, cuesta más porque tiene partes más afectadas, que tienen una recuperación más lenta y no se nota mucho. Pero otras zonas como los barrancos y umbrías, que sí se recuperan rápido, en 2 o 3 años la vegetación puede llegar a estar igual que antes».
Otras como la Vall d'Alcalà, con más presencia de pinos, o el terreno entre Pego y la Vall d'Ebo que ya sufrió otro importante incendio en 2015, serán los puntos donde más años deberán pasar para que recuperen todo su esplendor.
«Tenemos una base legislativa muy buena para trabajar y no poner más excusas»
Un año después de la catástrofe, hacer autocrítica e intentar mejorar basándose en las experiencias parece la mejor opción. «Por suerte, estos años atrás se ha trabajado mucho sobre el papel de los Planes de Prevencion. Se encuentran aprobados y listos para su ejecución. Por tanto, ya tenemos una base legislativa muy buena para trabajar y no poner más excusas», afirma el portavoz de Pego Viu.
Néstor asegura que las administraciones valencianas y las entidades municipales se han volcado en las ayudas a la zona del incendio en les Valls de la Marina. Por ejemplo, «el Ayuntamiento de Pego parece que ha entendido esta filosofía y ha dedicado buena parte de las subvenciones recibidas a ejecutar el Plan de Prevención de Incendios. Aunque creemos que lo único que le falta es dedicar una partida de los presupuestos municipales a desarrollarlo por completo».
Por otro lado, desde Pego Viu, en constante conexión con las asociaciones en defensa de la naturaleza de la comarca, están ultimando los detalles del Plan técnico de gestión forestal de los terrenos municipales del Ayuntamiento de Pego. «Lo acabaremos a final de agosto para empezar a desarrollar en octubre o noviembre las repoblaciones en Pego. Empezaremos con poco terreno, ya que fue la localidad con relativamente menos terrenos puramente municipales afectados, y la idea es el siguiente año comenzar en Ebo».
Aparte de la reforestación, las labores primordiales de estos planes son la puesta a punto de las montañas para controlar la vegetación que se seca fácilmente en los meses más calurosos del año y que, con su frondosidad, hace que el fuego se expanda muy rápidamente. Pero las iniciativas van mucho más allá. El colectivo se sigue moviendo, aunque en silencio, para no abandonar su labor.
«Está claro que tarde o pronto llegará otro incendio y tenemos que estar preparados»
«En este año, hemos establecido colaboración con la Fundación Pau Costa, una asociación a nivel internacional sobre incendios forestales. También estamos empezando a hacer proyectos de investigación con la Universidad Miguel Hernández, con fondos europeos, y cuyo objeto de estudio serán nuestras Valls. Y, además, hemos conseguido que Conselleria permita el pastoreo en las zonas arrasadas antes de los cinco años después de un incendio. Con ello, hemos ayudado a dos pastores de ovejas, el de la Vall d'Ebo y el de la Vall d'Alcalà, para que su medio de vida pueda seguir en marcha en las zonas de cortafuegos, en las vías pecuarias y en zonas declaradas como pastos», enumera Néstor.
Y así, de las situaciones más adversas nacen iniciativas esperanzadoras que abogan por mirar hacia adelante. La asociación de Néstor, junto con algunas de la Vall d'Ebo, la Vall d'Alcalà, Planes, Guadalest y Oliva, entre muchas otras, han conformado recientemente la Plataforma pel Territori Viu de les Comarques Centrals Valencianes. Esta aúna a personas y entidades unidas por el objetivo de «luchar contra el despoblamiento y el abandono rural como la mejor forma de proteger el territorio y mantenerlo vivo». Dos hechos que hacen vulnerables a los pueblos «ante desastres naturales, como los incendios forestales o plagas como la reciente Xylella».
Porque, como dice Néstor, «debemos seguir trabajando», porque no sabemos si pronto nos enfrentaremos a otro incendio que termine por quemar todo lo que queda. «Está claro que tarde o pronto llegará, y tenemos que estar preparados».