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La Marina Alta se salva de los grandes incendios en verano: «Los retenes de riesgo meteorológico son una de las lecciones aprendidas»

01 de octubre de 2023 - 04:20

Cada verano una preocupación generalizada se instala en la Marina Alta. Los incendios son cada vez más temidos y cuando las altas temperaturas son noticia varios días consecutivos, la intranquilidad reina, sobre todo, fijando la vista hacia las montañas de la comarca. Una zona fuerte y recientemente afectada por uno de estos monstruos, el gran incendio de la Vall d’Ebo que ennegreció más de 12.000 hectáreas de su gran pulmón verde, les Valls de la Marina Alta y las localidades colindantes en agosto de 2022.

Si existe una figura imprescindible durante los meses del año cuando el calor más aprieta son los Bomberos del Consorcio Provincial de Alicante que, a pesar de cualquier condición meteorológica o incidente, están al pie del cañón dando el máximo por proteger a la ciudadanía. El esfuerzo que realizan en episodios de incendios es sobre humano. Luchar contra las llamas es duro, pero intentar hacerlo en las zonas de difícil acceso y observar como se calcina todo ante ti por no poder llegar hasta ese lugar, debe ser desgarrador.

Este verano 2023 el fuego se ha portado mejor con la comarca. Los datos oficiales sobre el recuento de incendios forestales en los meses de junio a septiembre en la Marina Alta señalan que se han producido 84 de estos incidentes. Mientras que en el mismo periodo del fatídico año anterior fueron 117. En toda la provincia este verano han sido 219, pero en 2022 fueron 384 incendios forestales registrados.

César Alcaraz, portavoz y Oficial de los Bomberos de Alicante, intenta esclarecernos el porqué de esta notable reducción de casos tanto en la provincia como en la comarca.

PREGUNTA. ¿Cómo ha sido la temporada estival, la más severa de incendios, este 2023?

RESPUESTA. Ha sido una época bastante homogénea en toda la provincia. No ha habido gran diferencia entre zonas o comarcas. Previamente a dar inicio a la temporada, hemos adoptado medidas, como siempre, de prevención. No sé si han sido más o menos efectivas, pero el hecho es que este año hemos tenido una reducción muy importante de intervenciones relacionadas con los incendios forestales en general. Habrá habido un 30 o un 40% menos de intervenciones este año respecto al anterior.

Hay muchos factores los que han influido. No solo ha sido porque hemos implementado más medidas, también por el comportamiento de las tormentas eléctricas, porque ha habido menos negligencias y porque se ha vigilado el tema de los rastrojos. Este año, por suerte, la población ha sido muy responsable en estos últimos dos aspectos.

P. ¿Habéis implementado más medidas preventivas que en otros años?

R. Hemos implementado nuevos recursos, como los retenes itinerantes por riesgo meteorológico. Los accionamos en función de la probabilidad de tormentas eléctricas que provocan mucha caída de rayos en zonas concretas, que fue precisamente el causante del gran incendio de la Vall d’Ebo

P. Explícanos un poco cómo funciona este nuevo retén y el resto de los que ya llevan más tiempo en activo durante esta época.

R. Básicamente tenemos, durante los meses de verano, tres tipos de retenes con los cuales incrementamos las dotaciones. Aparte de reforzar las dotaciones en los parques de bomberos, que tienen sus mínimos por parque.

Establecemos unos retenes fijos, que en la provincia hay tres: uno en Santa Pola, otro en Pilar de la Horadada y otro en Calp. En ellos hay una dotación con un camión de bomberos autobomba completamente equipado, cuatro bomberos y un cabo. Están todo el día allí desde junio a septiembre. Y, aparte, se han puesto unos retenes itinerantes. Por la provincia hay cuatro o cinco dotaciones más que recorren las zonas protegidas o más conflictivas con camiones autobomba, que están pendientes de lo que pueda surgir, reforzando la vigilancia de los observatorios, los cuales intentan hacer una detección precoz de cualquier conato de incendio.

Y por último, los retenes de riesgo meteorológico. Cuando en la Agencia Estatal de Meteorología hay una predicción de tormentas eléctricas en una zona concreta, se moviliza una dotación nocturna que pasa la noche en esa localización para actuar de inmediato. Una actuación lo más pronta posible reduce mucho la posibilidad de que un incendio se transforme en un gran incendio forestal.

El retén meteorológico, como comentaba, es nuevo de este año. Es una de las lecciones aprendidas del año pasado en la Vall d’Ebo. Lo hemos tenido en cuenta y este año ha sido la prueba piloto. Además, tenemos otro helicóptero, el ALPHA 0, que se activa en verano. Durante todo el año operamos con el ALPHA 1, que está fundamentalmente para las labores del grupo de rescate. El 0 es un poco más pequeño y se utiliza para las labores de coordinación de los incendios forestales.

P. ¿Vosotros como profesionales os habéis formado de algún otro modo o más exhaustivo para preparar la temporada?

R. Tenemos un programa de formación muy exhaustivo. Realizamos formación obligatoria para toda la plantilla tocando todos los campos que tiene la dotación de bomberos. Lo que se ha hecho este año relacionado con el aprendizaje del pasado, ha sido, por ejemplo, una reunión en Madrid en la Escuela Nacional de Protección Civil. Allí hemos hecho un análisis de los grandes incendios que hubo en la península durante 2022, en el que nosotros no fuimos la excepción.

2022 fue, si no el peor año, uno de los peores en España en incendios forestales. En esa convención se analizaron los factores para ver cómo los afrontó cada servicio, para reforzar los puntos fuertes de las actuaciones y los más débiles, corregirlos. Además de consensuar más medidas que se vayan implementando poco a poco entre todos los cuerpos de Bomberos de España, para de forma conjunta realizar un mejor servicio y con mayor seguridad.

También esta semana, sin ir más lejos, los oficiales y suboficiales del Consorcio tuvimos una formación en la que vino una unidad técnica de prevención de incendios forestales de València, para informarnos de las nuevas medidas y técnicas que utilizan y coordinarnos mejor.

P. Respecto a las condiciones meteorológicas de este verano, ¿habéis notado alguna diferencia con el anterior para que se reduzca el número de incendios?

R. No creo que las condiciones meteorológicas de este año hayan influido en ello, porque el verano ha sido de nuevo muy caluroso, con suficientes características y factores que podrían haber desarrollado un incendio forestal. El año anterior, el inicio del gran incendio de la Vall d’Ebo coincidió con un día en el que se superaron récords de temperatura nunca registrados en la provincia. Creo que no hemos tenido tantos incendios este verano por una mezcla de cosas: la responsabilidad de la población civil y por la pronta respuesta nuestra a los incendios que se han dado y que ha dado sus frutos.

P. Desde el de la Vall d’Ebo no paramos de hablar de grandes incendios. ¿Cómo tiene que ser para llegar a llamarse de este modo? ¿A partir de cuándo a un incendio se le considera un gran incendio en la provincia?

R. A nivel científico no podemos poner una barrera específica para considerar un incendio forestal. A nivel del Plan Especial de Incendios Forestales de la Comunidad Valenciana, lo que se establecen y se activan son los despachos automáticos o no, en función del índice potencial del incendio que está establecido en el Plan.

Se establecen tres índices de gravedad en base a cuando llega el primer mando al lugar del incendio. En función de esa gravedad potencial, se van moviendo medios acorde a la potencialidad del incendio.

Sin embargo, en foros técnicos, a los nuevos grandes incendios se llaman de sexta generación. Son terminologías nuevas que se van generando para intentar clasificarlos de alguna forma.

P. Este verano, por tanto, ¿podemos afirmar que no ha habido ningún gran incendio?

R. Exacto. En la provincia no hemos tenido grandes incendios. Sí, ha habido conatos de incendios en zonas peligrosas, cerca de zonas protegidas, pero nunca han llegado a convertirse en incendios grandes. Siempre hemos logrado contenerlos y se han podido extinguir antes de que llegasen a ser grandes incendios.

P. ¿Habéis notado que los municipios, los Ayuntamientos, han implementado más medidas o han estado más pendientes de la prevención de incendios?

R. No podemos constatar el seguimiento y la eficacia de las medidas que toman, pero sí que nos consta que los Ayuntamientos hacen un trabajo de prevención en relación con los incendios forestales, el cual cada año se complica más.

Uno de los factores más importantes por el cual los incendios se están volviendo más virulentos, aparte de la meteorología, que es el factor más llamativo, hay otro: el abandono rural de los campos. Este hecho influye muy negativamente en la propagación de estos incendios forestales. Lo que antes eran muchos campos labrados y bancales, que hacían de cortafuegos natural, hoy por hoy están abandonados y son un punto de continuidad absoluto de los incendios. Así, encuentran menos problemas para avanzar.

Los Ayuntamientos hacen este cuidado del monte, sobre todo de poda de matorral bajo, que intente paliar o disminuir esa propagación, especialmente en zonas protegidas por la densidad de árboles que tienen.

P. ¿Cuáles son los peores factores que se pueden dar para que un incendio sea más grave o menos?

R. Hablamos siempre de la regla de los tres 30. Hay tres factores meteorológicos fundamentales que influyen de forma directa en la peligrosidad de un incendio o en la posibilidad de su propagación. Más de 30ºC de temperatura, que los superamos notablemente, menos de 30 grados de humedad y más de 30 km/h de viento.

Cuando se juntan, digamos que es la tormenta perfecta para que ocurra lo peor. Como pasó en la Vall d’Ebo, que ocurrió en una zona muy aislada, muy separada de cualquier parque de bomberos, de difícil acceso y en horas de noche en las que los medios aéreos no pueden volar, en las que solo se pueden servir de medios terrestres para poder apagarlo. Con todo esto se torna muy complicado el control inicial de un incendio.

P. Habéis observado algún tipo de patrón en los últimos años en cuanto a los grandes incendios?

R. Lo que se observa es que el número de intervenciones por regla general disminuye porque las medidas de prevención que implementamos tanto los servicios de emergencias como los Ayuntamientos o administraciones públicas dan sus frutos.

A nivel de incendios forestales, se observa que por meteorología y por este abandono rural que se está produciendo en el primer mundo, en el que la gente suele irse a las grandes ciudades abandonando la vida en los pueblos, hace que cuando se producen los incendios se tornen muy peligrosos.

P. ¿Podemos confirmar entonces que, a día de hoy, hay menos incendios que hace dos o tres décadas?

R. Sí. Hace 30 años había muchos más incendios, tanto forestales como en fábricas. En cuanto a los forestales, sí es verdad que hay menos, pero los grandes incendios son muy potentes y muy peligrosos, más que los de hace 25 años. Son menos pero peores.

P. Aquí, en la Marina Alta, ¿hay alguna zona más conflictiva que otra respecto a estos incendios forestales en verano? ¿Hay alguna que haya tenido más movimiento de incidentes de este tipo?

R. Particularmente no hay ninguna zona concreta que haya destacado respecto a otros años. Todas las boscosas, donde tenemos una gran densidad forestal, son las que se repiten año tras año. No solo en la Marina Alta sino en todas las comarcas.

P. Que suele coincidir con los territorios que padecen el abandono rural en los pueblos más pequeños o alejados…

R. Eso es. Sin embargo, la costa también suele tener incendios importantes, como pasó en la Granadella hace pocos veranos, pero en este caso por la densidad humana. En verano toda la provincia destaca por este factor. Tenemos un aumento poblacional tan enorme que esa presión influye en que sea más fácil que haya alguien que cometa imprudencias y negligencias que acaben en incendios o accidentes.

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