A mediados de diciembre de 2023, Xavi Escrivà Durà inició su largo viaje desde València a Ciudad del Cabo, Sudáfrica. Una aventura que le llevaría a recorrer 14.000 kilómetros en bicicleta y cargando con todo lo necesario para vivir a cuestas. Esta experiencia vital para el de Pedreguer le hizo cambiar de punto de vista a manera que avanzaba en su objetivo. Finalmente, cesó su periplo en Ghana al inicio del verano, entre junio y julio, cuando regresó a casa.
Xavi se embarcó en este gran viaje enfocándolo como un proyecto de vida, en el que el cicloturismo autosuficiente le permitiría estar y ver sitios que no hubiese explorado de otra forma. Esta ha sido la segunda parte de su proyecto que comenzó hace tres años en Cabo Norte, Noruega. Aunque, por el momento, no ha llegado a la meta final inicial, la experiencia es un grado y lo que ha vivido quedará con él para siempre.
Desde la primera entrevista que Xavi concedió a LaMarinaAlta.com, han pasado muchos meses, muchas historias y vivencias, pero también un cambio en la forma de entender su ambicioso proyecto de cicloturismo autosuficiente. Volvemos a hablar con él, esta vez cara a cara, en las tranquilas e imponentes vistas que regala el mirador de Sant Blai de su localidad natal. Desde ese privilegiado lugar, el pedreguero nos relata cómo fue su último tramo hasta Ghana, qué le hizo cambiar de opinión y, sobre todo, aquello que esta emocionante aventura le ha regalado.
PREGUNTA. ¿Cómo has continuado tu viaje desde Senegal, la última vez que hablamos?
RESPUESTA. Acababa de salir del Sahara y estaba entrando ya en los países del golfo de Guinea, de clima tropical. Me encontraba a unos 8.000 km más o menos y llegué hasta Ghana.
P. ¿Qué te quedaba para llegar a tu primer objetivo?
R. Hasta llegar a Ciudad del Cabo quedaban entre unos 6.000 y 8.000 km.
P. Te habrán pasado muchas cosas, pero ¿qué ha sido lo más duro de ese último tramo?
R. Lo más difícil de viajar de forma particular por la parte tropical África es el clima. Mucho calor constante, mucha humedad. Cuesta mucho descansar por la noche, porque básicamente, si duermes en la tienda, estás a 30 grados de temperatura. Durante el día estás a 35 grados, pero es muy difícil descansar con esa temperatura. Eso, junto con los insectos, hace que viajar por la parte tropical de África sea mucho más complicado.
A todo esto también hay que sumar la temporada de lluvias. Cuando llega nuestra primavera y el verano, la temporada de lluvias ya empieza y va intensificándose cada vez más. Prácticamente, teníamos lluvias todos los días. Al principio menos, pero a partir de las primeras semanas de mayo, la lluvia ya empezaba a ser mucho más intensa y persistente. No tenías tantas horas para viajar, tenías que buscar lugares donde refugiarte, donde poder protegerte del agua porque en cualquier momento llovía.
P. ¿Siempre has dormido en la tienda o también has encontrado alojamiento?
R. Lo he combinado con alojamiento cuando lo he necesitado. Generalmente, tiro de la tienda, porque es lo más económico, pero si necesitaba descansar mejor recurría al alojamiento. Según mis necesidades.
P. Y físicamente, ¿cómo te has notado durante la última parte por África?
R. La última parte del viaje ha sido la que más problemas me ha ocasionado. Por un lado, el viaje era mucho más exigente, tenía que estar todo el día pedaleando y con el calor tenías que alimentarte mejor, hidratarte más… Físicamente sí que me ha costado un poco más.
Aunque en Guinea, Costa de Marfil y Ghana era muy fácil comprar fruta. Tenías acceso a mercados al borde de la carretera, con mangos, piñas… Era muy, muy fácil comprar fruta y eso era de agradecer. Aun así, es mucho más difícil alimentarse y, sobre todo, tu esfuerzo físico es mucho mayor con el clima cálido.
P. ¿Has tenido alguna temporada en la que hayas parado más días de lo habitual o semanas por el desgaste físico, problemas con la bici o algo similar?
R. Sí. El principal problema que tuve a nivel físico y de salud fue el primer día que llegué a Guinea-Conakri. Estaba haciendo los trámites habituales de visados y de frontera en el puesto militar, donde vas de una habitación a otra sin saber muy bien qué está pasando. Finalmente, me sellaron el pasaporte. Tenía el visado en regla y me dejaron seguir, pero yo no me encontraba al 100%. Notaba que algo no iba bien y me sentía muy mareado y físicamente muy agotado. Busqué un alojamiento y descansé, para ver cómo me encontraba al día siguiente, pero seguía teniendo fiebre y no me sentía bien.
Fui al hospital y me atendieron fenomenal. Me hicieron el test rápido de malaria y di positivo. Pensé que iban a ingresarme. Nunca había tenido malaria y, por lo que había escuchado, pensé que me quedaría allí, pero me dijeron que estaba bien. Me dieron el medicamento que necesitaba y me dijeron que me tenía que ir.
Estaba un poco asustado por tener una recaída, y así fue. Descansé dos días, me sentí mejor, retomé el viaje y luego tuve recaí, con fiebre alta de nuevo. Aunque no fue muy fuerte, tuve que descansar dos días más en un poblado de una tribu fulani. La verdad es que me cuidaron y atendieron fenomenal, como a uno más de ellos. Al tercer día me sentí más recuperado y continué.
Por lo demás, siempre que he tenido que parar ha sido por gestiones de visados, pero normalmente en las ciudades, en las embajadas del siguiente país que quería visitar.
P. Y la bici, tu medio para viajar, ¿cómo se ha visto afectada?
R. La verdad es que no me puedo quejar. He tenido que hacer algún mantenimiento yo mismo, como de la cadena, neumáticos y tal. Se me rompió un pedal, que pude cambiar, pero no he tenido mayores problemas, la verdad. En este aspecto he tenido mucha suerte, he ido haciendo el mantenimiento básico de la bici y no he tenido ningún problema que pueda remarcar.
P. Dejando de lado lo más duro, ¿qué sería lo más gratificante que has vivido?
R. Lo más gratificante siempre es la gente que conoces. África es muy exigente, es evidente, todos lo sabemos, pero a la vez también es muy gratificante. La gente que conoces, las experiencias que vives son inolvidables y cómo te cuidan los locales. En los poblados, siempre que necesitas agua, te la dan. Si necesitas comida o cualquier cosa, siempre están preparados para ayudar en todo lo que puedan. Eso es la mejor recompensa que te llevas. La verdad es que toda la gente que he conocido es la mejor experiencia del viaje.
P. La vida aquí es muy diferente de la de África. Más allá de la aventura, a nivel personal, ¿qué has podido sacar?
R. África es una gran desconocida para nosotros. Solemos hablar de África, pero hay muchas Áfricas. Cada país tiene su idiosincrasia, su cultura, su manera de vivir. Siempre lo digo: no es igual estar en Guinea-Conakri, en Senegal, o en Gambia que estar en los países más desarrollados como Costa de Marfil, Ghana o Camerún.
De alguna manera, es uno de los motivos por los que he decidido parar, hacer un paréntesis, descansar y enfocar el viaje de otra manera. África es un continente muy grande y querer viajar muy rápido por todos los países hace que te pierdas muchas cosas. Muchas tribus por visitar, muchas culturas, muchos lugares. Creo que viajando rápido no disfrutas de África tal como es.
Por eso, pienso que es mejor parar, replantear, y la próxima vez que vuelva a África, que retomaré el proyecto hasta Ciudad del Cabo, por el momento no sé cómo será. Quizás mes a mes o en tramos de dos meses. No lo sé, pero sí sé que volveré a África con un enfoque diferente, viajando de otra manera, pasando más tiempo con ellos, visitando más cada país y conociendo mejor cada lugar. Creo que es lo que se merece.
P. ¿En qué momento tomaste la decisión de parar el viaje por estas cuestiones?
R. Tomé la decisión justo al llegar a Ghana. Estaba viajando con otro cicloturista que había conocido y me di cuenta de que íbamos muy rápido, que no disfrutábamos lo suficiente de los lugares, de lo que cada país podía ofrecer. Estuve un tiempo reflexionando hasta que decidí que era lo mejor parar. Volveré a África de otra manera, con un enfoque diferente.
P. Dices que ibas acompañado. ¿Crees que si hubieras estado solo, la decisión habría sido diferente?
R. No creo que hubiera influido mucho, pero sí que en ese momento la manera en que viajábamos me hizo pensar sobre la mejor forma de viajar por África.
P. ¿Fue difícil tomar esta decisión?
R. Necesité unos días para pensar, desde que se me ocurrió la idea hasta que lo decidí, pero no fue difícil. Simplemente, tuve que ordenar un poco las ideas y darme cuenta de cómo estaba viajando. Si realmente quería seguir viajando así, de un punto a otro, o si prefería viajar de otra manera, más calmada, sin tener un objetivo concreto. En tener más tiempo para estar en un país, si fuera necesario, para visitar los pueblos o los lugares que deseas conocer. Dar más pie a la espontaneidad, estar más abierto a lo que el viaje pueda ofrecer.
P. Durante el trayecto experimentaste un cambio en tu forma de entender el viaje, entonces.
R. Sí. Realmente, cuando planteas un viaje de estas características, es un proyecto muy grande. Te preparas a nivel logístico y físico, pero luego no sabes exactamente qué te vas a encontrar. Es bueno tener la mente abierta y estar dispuesto a recapacitar y replantear el viaje según lo que se presente, si deseas estar más o menos tiempo viajando, o cómo será la próxima vez que viajes.
P. Teniendo en cuenta toda la travesía, ¿qué es lo que más valoras de haber vuelto a casa?
R. Para mí ahora todo es nuevo. Lo comentamos muchas veces en casa. Cuando vienes de África ves tu entorno de una manera diferente. Sí, somos unos privilegiados, lo que pasa es que estamos inmersos en una corriente que nos arrastra, pero realmente somos unos privilegiados y no solemos darle todo el valor que tiene.
P. ¿Cómo te sentiste?
R. No creo que nunca vuelvas de un viaje igual a como te fuiste. Creo que todos los viajes tienen una introspección hacia uno mismo, y creo que todos los viajes te hacen cambiar. Eso es lo bonito de viajar, que te llena por dentro y te hace crecer, te hace madurar. Eso es parte de la experiencia también. No hay dos viajes iguales, de la misma manera que nunca serás el mismo cuando te vas que cuando vuelves.
P. ¿Pretendes seguir con tu proyecto de cicloturismo autosuficiente como forma de vida?
R. Sí, por supuesto que continuaré, pero viajando durante períodos más cortos, siempre que pueda.
P. ¿Recomiendas la experiencia?
R. Sí, totalmente. Como comentaba antes, viajar por África es muy exigente, pero al mismo tiempo es muy gratificante. Es una experiencia única. En mi vida ha habido un antes y un después. Cuando comencé este proyecto fue en la época de la COVID. Tuve que dejar el trabajo en el que estaba y me planteé hacer el viaje que siempre había soñado. No sabía en qué iba a derivar.
Lo que comenzó como un viaje de unos cuantos meses se convirtió en un largo viaje. Cuando venía en verano descansaba y trabajaba. He estado así durante tres años, hasta ahora. He visto el momento de poner un punto y seguido, y enfocar el viajar de otra manera. Es el momento de retomar mi actividad como pintor y estar más centrado en el trabajo, viajando durante algunos meses, principalmente en vacaciones.
Para mí, el viajar durante mucho tiempo seguido de alguna manera ha terminado. No tengo prisa tampoco por terminar, mi filosofía de viaje no me exige que deba acabarlo en un cierto período de tiempo.
P. ¿Cómo fue la reacción de tu gente al volver a casa? ¿Alguien te ha propuesto sumarse a vivir la experiencia contigo cuando la retomes? ¿Has sido una inspiración para otras personas?
R. El feedback fue muy bonito. La gente me preguntaba cosas, como cuántos kilómetros había hecho, dónde dormía… Y reencontrarme con la gente fue muy gratificante. Sí que me han comentado alguna vez que les gustaría visitar el continente, pero no exactamente como yo lo hice. Está bien despertar el espíritu aventurero, pero cada uno con lo que más le guste.
P. ¿Qué aprendizaje te gustaría compartir después de este gran viaje?
R. Principalmente, romper tópicos y estigmas sobre África. África no es un continente especialmente peligroso. No es lo que la mayoría de nosotros tenemos en mente respecto a las situaciones de peligro que se puedan crear. La gente siempre me ha acogido muy bien, me han ayudado sin esperar nada a cambio, incluso me han alojado en su casa. Incluso teniendo malaria, con los riesgos que eso conlleva, simplemente me ayudaron. Sobre todo eso, romper los estigmas y el miedo a viajar a África. Las ciudades pueden tener situaciones peligrosas como en cualquier otra parte del mundo, pero, de hecho, yo no he vivido ninguna.
En Kenya hay una chica de Jávea, enseñando a los niños en la escuela y enseñándoles ajedrez, @albaayebraa en Instagram