La Marina Alta y las setas: una guía sobre su riqueza micológica y la mejor manera de adentrarse en ella La Marina Alta y las setas: una guía sobre su riqueza micológica y la mejor manera de adentrarse en ella
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La Marina Alta y las setas: una guía sobre su riqueza micológica y la mejor manera de adentrarse en ella

27 de octubre de 2024 - 08:00

Tradicionalmente, cuando llega el otoño, los aficionados al campo y, concretamente, a las setas se lanzan al monte de cabeza. Es una de las salidas más deseadas, seas mayor o menor experto en la materia, pero normalmente todos suelen tener en común una pasión y estima hacia la naturaleza y el entorno.

El territorio valenciano, como tantos otros, es una zona rica en setas. Se pueden encontrar unas 2.000 especies, de las cuales entre 50 y 100 son comestibles. La más conocida, el níscalo, o como aquí se lo conoce, esclata-sang, rovelló o pebrás (Lactarius sanguifluus). Antonio Belda Antolí, biólogo, doctorado por la Universidad de Alicante y profesor en el Departamento de Ciencias de la Tierra y Medio Ambiente de la misma, nos ayuda a clarificar un poco mejor este fascinante mundo.

Belda es un extenso conocedor de la micología y un gran amante de los recursos naturales. Ha publicado varios libros, como Plantas medicinales de la Sierra de Mariola, Bolets del País Valencià, Plantes valencianes o La cuina del bolet. Costumari gastroboletaire, y colabora en algunos programas de radio y televisión como divulgador científico.

Las setas y su entorno: función, época y clasificación

Las montañas y valles valencianos suelen dar mucho juego en cuanto a setas se refiere. Estas se desarrollan a partir del hongo que bajo tierra está formado por una red de filamentos llamada micelio. Según ilustra el experto, «esta estructura puede estar conectada a las raíces de los árboles o a la materia orgánica de algunos vegetales. Cuando se dan las condiciones óptimas de temperatura y humedad, el micelio fructifica, y es cuando aparece la seta».

Aunque es común asociarlas al otoño, Belda asegura que pueden encontrarse a lo largo del año. Las hay de primavera, de verano, de otoño e incluso de invierno. Todo depende de las condiciones climáticas y del tipo de seta. «Hoy en día, con los cambios en el clima y las lluvias irregulares, es difícil asegurar que una seta sea exclusivamente de otoño». Por ejemplo, los níscalos necesitan unas condiciones muy concretas de humedad y una temperatura constante durante, aproximadamente, 40 días después de las lluvias, según apunta el biólogo. No les gusta ni el calor, ni las heladas, ni el viento. Cada especie tiene su proceso, son completamente diferentes.

Por otro lado, se clasifican en función de si son mortales, tóxicas, sin interés culinario o comestibles. Dentro de las comestibles hay diferentes calidades, desde excelentes hasta mediocres.

Pero antes que para el disfrute de aficionados y expertos de la micología, las setas tienen una función esencial dentro de la cadena trófica, ya que actúan como descomponedores de la materia orgánica. Esto significa que hacen circular los nutrientes, permitiendo que estos vuelvan al suelo y sean absorbidos por las plantas, que inician el ciclo de nuevo. Por eso, alerta el biólogo, es importante respetarlas, incluso aquellas que no conocemos. Muchas personas, sin saberlo, pisan o rompen especies que cumplen esta función crucial para el entorno.

La Marina Alta, «una zona rica en biodiversidad y con una buena cantidad de setas»

La Marina Alta es una muy buena zona para ellas, especialmente el interior y sus preciosos valles. La variedad de microclimas y paisajes, combinado con los bosques donde se mantiene la humedad gran parte del año, hace que sea una «zona rica en biodiversidad y con una buena cantidad de setas», asegura Belda.

Además del esclata-sang, las otras dos setas más buscadas o conocidas de la Marina Alta son la seta de chopo (Agrocybe aegerita) y la de algarrobo (Laetiporus sulphureus). Esta última, apunta Belda, tiene un color similar al azufre, es muy típica de la Marina Alta y los americanos se refieren a ella como chicken mushroom, porque tiene sabor a pollo.

En la Marina Alta, existen setas de todas las categorías, incluyendo dos especies mortales que suelen confundirse con los champiñones y que son las más peligrosas del territorio valenciano, señala Belda.. Son la Amanita phalloides, o farinera borda, y la Lepiota brunneoincarnata. Esta última surge en las rotondas o en el césped de jardines.

Cada seta tiene su hábitat y las diversas especies suelen estar asociadas a determinados árboles y vegetación. La clave para encontrarlas se debe en gran medida a lo que hay a su alrededor. «El níscalo se encuentra en zonas con pinos, mientras que la seta de chopo aparece en bosques de ribera con vegetación caducifolia y madera blanda. La seta de algarrobo, como indica su nombre, se encuentra cerca de los algarrobos, mientras que las colmenillas suelen aparecer en zonas quemadas o con tratamientos forestales», anota el experto.

La normativa esencial para disfrutar de la micología valenciana

Pero para poder adentrarse de lleno en el bosque a recolectarlas u observarlas hay que tener en cuenta algunas cosas antes. En primer lugar, tener en todo momento un gran respeto por el medio natural y todo lo que lo envuelve. Al fin y al cabo, los intrusos somos los humanos y la mejor salida a la montaña es la que se hace sin dejar rastro de nuestra presencia al irnos.

Pero para asegurar una buena ruta campestre, hay diversas normativas de la Generalitat Valenciana que se deben cumplir. Principalmente, Belda apunta que se permite recoger hasta 6 kilos por persona y día, siempre que no haya restricciones adicionales. Esta recolección debe hacerse en terrenos públicos o en terrenos privados con autorización del propietario.

También es esencial no utilizar herramientas metálicas para remover el suelo y se recomienda cortar las setas con una navaja. Recolectarlas en cestas de esparto o mimbre ayuda a fomentar la dispersión de las esporas. «Son normas de sentido común, pero que en algunas ocasiones no se cumplen». Por otro lado, es esencial no dejar basura en las montañas, aparcar en zonas habilitadas y seguir las normas básicas de comportamiento en la naturaleza.

El experto apunta que algunos municipios y espacios naturales tienen sus propias regulaciones, por lo que es importante conocer la legislación específica del lugar donde se quiere recoger setas, y hacer uso de la que es más restrictiva. «El desconocimiento no exime del cumplimiento. Los aficionados deben saber dónde van y en qué condiciones».

Según la opinión del biólogo, el potencial del mundo de las setas es enorme, algo que podría aprovecharse como forma de dinamizar los pueblos de interior y combatir la despoblación rural. A través de las licencias, por ejemplo, copiando el modelo de otros territorios, se podría controlar mucho mejor tanto el cumplimiento de la normativa como el número de recolectores y los propios lugares de recolección.

«Con la inversión en estas licencias se podrían recuperar caminos, invertir en limpieza, habilitar espacios para vehículos y tener personal que pueda controlar y vigilar la actividad. Este modelo podría ser muy positivo para nuestro territorio. Ayudaría a controlar la depredación que a veces sufre el medio», reflexiona finalmente.

Deja un comentario
  1. Jose dice:

    El país Valencia no existís, a vore si se informen y respetem el nostre estatut .
    Som Comunitat valenciana o Regne de Valencia.

    • Oook dice:

      Exacte per algo es va fer el estatut d’autonomia, el senyor mazon esta fins a la sacietat recordanto en entrevistes que ha fet a varios mitjans de comunicacio de catalunya


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