OPINIÓN | Luisina Daives, Psicóloga de Amadem
Educar y criar en la infancia y adolescencia es todo un reto. Aun en las mejores circunstancias, sus comportamientos y emociones pueden cambiar con frecuencia y rápidamente. Hay momentos en que pueden presentar tristeza o ansiedad, irritabilidad o tener comportamientos agresivos. A veces resulta difícil para personas jóvenes quedarse quietas, prestar atención o interactuar con los demás. En la mayoría de los casos, éstas pueden ser son solo fases normales del desarrollo. Sin embargo, en otros casos, estos comportamientos pueden indicar un problema más grave.
Problemas emocionales o del comportamiento pueden comenzar en la niñez. Algunos ejemplos incluyen trastornos de ansiedad, trastorno de déficit de atención con hiperactividad, trastorno del espectro autista, depresión y otros trastornos del estado de ánimo, trastornos de la alimentación y trastorno por estrés postraumático. La salud
mental en la infancia es un componente crucial para el desarrollo integral de los niñ@s y adolescentes.
Durante esta etapa, se establecen las bases para el bienestar emocional, social y cognitivo que perdurará a lo largo de la vida. Comprender y abordar esto, no solo mejora su calidad de vida inmediata, sino que también previene problemas psicológicos a largo plazo. Algunos indicadores que podemos observar para saber cómo esta será: su comportamiento y emociones, rendimiento académico, relaciones sociales, y la forma en que se comunican con profesionales. Cuidemos la etapa de la infancia y adolescencia, ¡las personas adultas tenemos esa obligación!