La Marina Alta, tierra de playas doradas, viñedos en terrazas y riuraus que cuentan historias de antaño, está en una encrucijada: ¿aceptar la inteligencia artificial como una aliada o verla como una amenaza a su esencia? A medida que la tecnología avanza a pasos agigantados, muchos se preguntan si nuestra comarca está preparada para abrazar este cambio sin perder su alma. ¿Puede la IA realmente aportar a la construcción, al campo, a las tradiciones de esta comarca, o es una pieza demasiado fría en un puzle que siempre se ha armado con manos humanas y saberes centenarios?
IA en la Construcción: ¿Podrá levantar un riurau con ‘alma’?
Por otro lado, tenemos el sector de la construcción. La IA podría ser el sueño de cualquier promotor: obras más rápidas, más precisas y sin quejas por el bocadillo de sepia de media mañana. Pero, ¿de verdad queremos que la construcción en la Marina Alta quede en manos de máquinas? ¿Qué será de aquellos albañiles que llevan toda la vida levantando muros de piedra seca, una técnica que no se aprende en un curso online ni con algoritmos de última generación? ¿Cómo le explicamos a un robot que, en esta comarca, las cosas se hacen ‘como dios manda’, sin prisas, pero con arte? Porque una máquina puede construir más rápido, sí, pero ¿sabrá construir con ‘alma’?
Y ya que estamos, ¿qué pasa si un dron en la obra de repente decide que los riuraus son ‘ineficientes’ y mejor los sustituimos por tejados planos ultramodernos? ¡Habrá que tener cuidado, no vaya a ser que acabemos con edificios de diseño que no tengan ni un rinconcito de sombra!.
Vale que es una frase de perogrullo pero no deja de ser una actitud vital, es decir, lo que tenga que venir vendrá y lo hará de la manera más inconsciente posible. Me viene ahora cuando aún no éramos ‘esclavos’ de los móviles y jugábamos en el parque sin más preocupación que correr o chutar un balón.
Agricultura con drones: ¿El futuro es de la tierra o de los circuitos?
Y qué decir de nuestra agricultura. En la Marina Alta todavía se valora el campo, el producto local, la uva que se convierte en pasas, la naranja que cae del árbol. ¿Realmente queremos dejar en manos de drones y sensores la producción de nuestros cultivos? Claro, la IA puede calcular el riego perfecto, pero ¿sabrá cómo se siente un agricultor cuando ve que su cosecha está en su punto justo? ¿Podrá un dron predecir la luna llena para la mejor poda?
Los agricultores locales han pasado su vida aprendiendo los ciclos de la naturaleza, el clima y los secretos de la tierra. ¿Dejaremos que esos conocimientos se pierdan porque un robot puede hacerlo más rápido y eficiente? Y además, ¿quién nos asegura que el dron sepa la diferencia entre una buena naranja de Gata y una que «ha salido rana»?. Eso sí, nos ayudara y mucho, pero de ahí a tomar la decisión final siempre preferiremos que la fruta sepa a fruta aunque no tenga ni la forma ni el color correcto. Ays, cuanto valor le damos a lo auténtico.
¿Nos quedamos mirando o nos arromangamos?
Al final, el dilema de la IA en la Marina Alta nos obliga a mirarnos en el espejo y preguntarnos qué queremos preservar y hasta dónde estamos dispuestos a cambiar. Quizá no sea cuestión de elegir entre tradición y tecnología, sino de aprender a integrar ambas, encontrando un equilibrio donde la innovación se arremangue al lado de la autenticidad. Porque, en una tierra donde cada piedra seca y cada fruto tienen una historia, el reto no es sólo adaptarse al futuro, sino asegurarse de que ese futuro se construya con el mismo respeto y cuidado que tanto valoramos.
El carácter mediterráneo y la buena vida no ayudan mucho a la acción inmediata, casi como dijo aquel sabio: «Que inventen otros…». Pero lo que sí tengo claro es que la Marina Alta se encuentra en una encrucijada. Puede optar por liderar esta transformación digital, convirtiéndose en un referente en la aplicación de la IA en sectores clave, o quedarse rezagada, perdiendo oportunidades de crecimiento. La decisión que tomemos hoy marcará el futuro de la comarca. ¿Nos quedamos con las gafas de sol y el cóctel o nos ‘arromangamos’ y tomamos el control?. Yo prefiero ‘arromangarme’ para crear un mañana mejor para nuestros hijos.
Raúl Escrivá
Experto en Nuevas Tecnologías y ADL Tecnológico de Creama Xàbia
« Dejar los otros inventar « , pues , se ha hecho mucho en la construcción por ejemplo …no es como si habíamos respectado nuestro entorno hasta ahora, al contrario . Tenemos muchos ejemplos de decisiones desastrosas tanto al nivel estético , ecológico que de ingeniería….hay en Jávea por ejemplo construcciones muy muy feas que de Riu o traduciones no se han interesado a nada, nada más que el profit ….así que quizás la inteligencia artificial tendrás « más ética « si está manejada por gente con más sabiduría…..?