OPINIÓN Ana Sala, alcaldesa de Calp y líder de Somos Calpe
Con toda mi admiración, respeto y apoyo a los pueblos valencianos que han sufrido y siguen sufriendo las pérdidas ocasionadas por la DANA del pasado 29 de octubre, no puedo dejar de alzar la voz ante lo que hemos presenciado en la recién clausurada Feria Internacional del Turismo (FITUR). Como alcaldesa de un municipio de la Costa Blanca y representante de un partido municipalista, siento la obligación de denunciar el trato que se ha dispensado a los pequeños y medianos pueblos de la provincia de Alicante.
Una vez más, los municipios pequeños han sido relegados al ostracismo. En el níveo stand de la Costa Blanca la información turística sobre nuestras localidades era, literalmente, misión imposible. No había espacio para nuestras tradiciones, nuestra oferta cultural ni nuestra riqueza natural. Los informadores brillaban por su ausencia, al igual que el material promocional que habría permitido a los visitantes conocer la diversidad de los pequeños pueblos que tanto contribuyen a la economía y la identidad de nuestra provincia.
Mientras tanto, el níveo auditorio estaba diseñado para deslumbrar, con todo preparado para aplaudir y ensalzar a los grandes municipios y, sobre todo, a los altos cargos de la Generalitat y la Diputación. Todo parecía orientado a blanquear la imagen tanto del gobierno provincial como del autonómico, ofreciendo un espectáculo para los mismos de siempre. Una imagen que deja claro que la Diputación de Alicante ya no es la «Dipu de los Pueblos». Ahora es, simplemente, una plataforma de lanzamiento y auspicio de la clase política ya más profesionalizada. Hoy el presidente de la Diputación es también el alcalde de Benidorm. También fue alcalde y presidente de la Diputación César Sánchez, así como Carlos Mazón, que solo dirigió la Diputación y nunca fue alcalde, así que poco sabe de los pueblos.
Benidorm, Torrevieja, Alicante, Elche, Castellón y otros grandes nombres contaron, como siempre, con el mejor escaparate. Mientras tanto, los medianos y pequeños municipios, que conforman la auténtica esencia de la Costa Blanca quedamos relegados a un segundo plano, cuando no directamente invisibilizados. ¿Es esto lo que queremos para nuestra provincia o comunidad?
En cuanto a los responsables, no sé si esta humillación debemos agradecérsela a Nuria Montes, a Marián Cano, o al Patronato de Turismo de la Diputación. Quizás la responsabilidad sea de todos ellos, porque ninguno parece preocuparse por el desarrollo equilibrado de nuestra provincia. Esta es la sensación de una alcaldesa independiente que, como muchos otros representantes municipales, lucha día a día por dar voz a los pueblos alicantinos.
La Costa Blanca es mucho más que los grandes destinos turísticos. Es hora de que la Diputación recuerde su compromiso con todos sus municipios, grandes y pequeños. Porque, sin nosotros, la riqueza de nuestra provincia se diluye.