El escritor Jovi Lozano-Seser es un gran defensor de los relatos como lenguaje popular y comercial y aunque admite que la novela es la herramienta más popular para hacer lectoras y lectores, “se tiene que reivindicar, tal y como ocurre en otros países, la potencialidad del cuento como formato comercial y masivo”.
Precisamente, el autor ganó con compilaciones de cuentos el Premio Ciudad de València en 2011 con ‘Últimes existències’ y el Premio València de Narrativa de la Institució Alfons el Magnànim en 2019 con ‘Pedres que han de ser remogudes’.
Su género favorito es el relato, porque “creo que es un ámbito donde puedes aspirar a la perfección, cosa mucho más difícil cuando hablamos de novela: género más extenso y con estructuras más complejas”, ha indicado.
A los y las estudiantes que han participado en el Encuentro de Escritores de la Biblioteca Valenciana les ha comentado que el teatro tendría que estar más presente dentro de la enseñanza secundaria, tal y como pasa en Europa, y que los textos teatrales tendrían que ser lecturas de referencia en más centros. “Teatro, se lee poco, y es una pena porque es un género muy provechoso para generaciones como la actual, los milenials o sus discípulos. De hecho, para la gente que necesita los diálogos para digerir mejor las ficciones, el teatro es un formato idóneo”.
También considera que las lecturas en valenciano deberían recibir más atención de los medios de comunicación. “Autoras y autores necesitamos más plataformas para difundir nuestro trabajo, nuestra obra, y demostrar, así, que la calidad y cantidad de la literatura en valenciano es un fenómeno innegable”, ha asegurado.
Jovi Lozano-Seser empezó a publicar en 2010 con la obra ‘Sis contes i una novel·la incerta’, una antología de relatos, género que acapara su producción literaria. También ha escrito obras de teatro como ‘F (el llibre de les cares)’, en la que participó en la dirección teatral.
Su obra más reciente, ‘Després de maig, abans de l’estiu’, que fue Premio Enric Valor de la Diputación de Alicante en 2021, está ambientada en su pueblo, Ondara. “Dentro de la literatura en valenciano, el paisaje, el territorio, son personajes absolutamente orgánicos que condicionan no solo como hablamos, sino también como vivimos”, ha explicado.
Ha añadido que el que hecho de que su última novela transcurriera en su pueblo ha sido un reto para “literaturizar lugares que no han sido nunca narrados. Creo que es el mensaje más valioso que nos dejó Enric Valor a la hora de recordar cómo la literatura nos tiene que reflejar como pueblo y, en consecuencia, homenajear”.
