La Marina Alta en tiempos de Josep de la Tona, el bandolero que sembró el terror en la comarca La Marina Alta en tiempos de Josep de la Tona, el bandolero que sembró el terror en la comarca
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La Marina Alta en tiempos de Josep de la Tona, el bandolero que sembró el terror en la comarca

25 de agosto de 2024 - 08:00

Ser rico y viajar por los caminos de la Marina Alta eran dos hechos incompatibilidades a finales del siglo XIX. La razón: la presencia de Josep de la Tona, el bandolero más conocido de la comarca y cabeza de la Compañía de Secuestradores de la Marina. Fueron 1.210.000 reales (15 millones de euros) lo que recaudó este grupo con sus fechorías.

Este individuo consiguió esquivar el calabozo en muchas ocasiones debido a una larga y estratégica red de contactos dentro de las instituciones, entre ellos, el abogado Miquel Durà, perteneciente a una de las familias más influentes de la zona y persona al cargo del Juzgado Municipal de Dénia. Sin embargo, como ocurrió con muchos otros malhechores a lo largo de la historia, Tona acabaría pagando el precio de sus delitos y fue abatido por la Guardia Civil en 1875. Pero hay que empezar por el principio…

Cómo surge el bandolero

Josep Tomàs Garcia de la Tona, conocido como Josep de la Tona o Colau de la Tona, nació en Pedreguer en 1835. A los 19 años se casa con Francesca-Maria Quintana Carrió, con la que tendrá cinco hijos. Aunque era agricultor, el oficio se le quedaba corto y pronto se pasó al lado de «los malos» acabando enseguida a prisión, primero en Gandía y luego es trasladado a San Agustín, presidio de València.

«Ingresa en prisión porque comete algún tipo de delito en la Marina Alta o en La Safor, todo indica que eran hurtos que no llegaban a tener cierta entidad penal, ya que él es destinado a València y los condenados a penas más largas pasaban a los presidios insulares o del norte de África», explica a este periódico el experto Manel Arcos, periodista y autor del libro Conflicte d’interessos: bandolerisme i vendetta a la Marina Alta.

De la Tona aprovecha la Revolución de Septiembre (1868) -sublevación militar que tuvo lugar en España y supuso el destronamiento y exilio de la reina Isabel II- para escapar de la cárcel. En diciembre de 1869 es cuando empieza su carrera como bandolero: en esta fecha hay constancia de un robo en las casas de campo de los hermanos Manuel y Rafael Gavilà, dos adinerados personajes de Dénia.

Con el tiempo y gracias a su carisma e inteligencia, el bandolero consiguió crear la Compañía de Secuestradores de la Marina Alta, la cual llegó a tener 93 miembros identificados, pero Manel Arcos sospecha que llegaría a alcanzar los 200.

«Con la muerte de todos sus principales miembros, desaparecieron pruebas e identidades de mucha gente que seguramente perteneció como cómplices, autores o encubridores de la compañía», expone el experto.

Modus operandi de la Compañía de Secuestradores de la Marina Alta

Como se anticipaba con el episodio de los hermanos Gavilà, el modus operandi de Josep de la Tona consistía en robar a los más pudientes de la sociedad, nunca a los pobres. El líder era un personaje intocable que se ganó la simpatía de mucha gente.

Además, la banda secuestraba a gente influyente y enemigos del ya mencionado Miquel Durà, protector del bandolero. La cuestión que se escondía detrás de todo esto era la guerra de bandos por la producción y comercialización de la pasa en la Marina Alta, siendo Tona de la facción Durà. Por ejemplo, fueron secuestrados los extranjeros Robert Rankin y Andrew G. Graham (este último frustrado), ambos beneficiarios de la exportación de pasas en Dénia.

Atraco de Benimassot, el golpe maestro

Con más de 39 casos penales a sus espaldas desde 1869 hasta su muerte, el golpe maestro de Josep de la Tona fue el atraco cometido por la cuadrilla en Benimassot, uno de los pueblos más adinerados de aquel entonces. Fue el día 22 de febrero de 1874, domingo.

El «día del Señor» fue la ocasión perfecta para cometer el robo: mientras los vecinos estaban escuchando la misa en la iglesia del pueblo, 34 bandoleros enmascarados entraron al edificio de improvisto y retuvieron a la población, amenazada con armas.

El cabecilla sacó un papel del bolsillo y empezó a llamar uno a uno a los presentes más ricos, que salían de la iglesia acompañados por dos ladrones y se dirigían a sus casas para llevarse su dinero y objetos de valor. En total, recaudaron sobre 55.060 reales (688.250 euros).

Trama encubierta por las instituciones

Arcos apunta en su libro que la red de contactos que encubría a la Compañía de Secuestradores contaba con abogados, notarios, alcaldes, concejales y secretarios de ayuntamientos.

Incluso el discreto Miquel Durà fue finalmente investigado por el Gobierno Militar de Alicante por su presunta participación en el secuestro en enero 1875 del xabienc Francesc Cruanyes Feliu, primer contribuyente de la localidad y rival político del abogado.

El escondite del bandolero

A pesar de que el folklore popular cuente que Josep de la Tona se escondía en las cuevas de la Marina Alta junto a su banda, como la Cova de la Garganta, el investigador Arcos asegura que esto no sucedió: «Esto forma parte del tópico, pero este argumento no tiene fuerza documental. Los bandoleros buscaban la cama, buscaban los pueblos por la noche, ellos también querían vivir cómodamente y dormir bien», explica.

Lo que se descubrió el experto es que de la Tona vivía en la partida de La Xara, cerca de la carretera que va de Pedreguer a Beniarbeig. Se trataba de una casa fortificada con espigueras para poder disparar desde dentro y en la que hacía vida su familia.

«De hecho, el único delito de sangre que se le imputa es el asesinato de dos guardias civiles que van a detenerlo en compañía del alcalde de Pedreguer a esa casa», comenta el periodista, quien añade que el edificio fue finalmente demolido por orden del Capitán General de València en 1875, semanas antes de la muerte del malhechor.

Por otra parte y aunque no hay pruebas contundentes, la leyenda cuenta que además Josep se escondía en Ca Durà, propiedad de Miquel Durà, ubicada en la zona del Seguili, próxima a Benidoleig.

El final del bandido

El mayor bandolero de la Marina Alta acabó teniendo un trágico final. Era el miércoles 5 de mayo de 1875. Josep de la Tona se encontraba en una partida rural junto a la carretera de Pego, en el término de Oliva, manteniendo una reunión con miembros de la banda. A través de un soplo, un sargento y cinco efectivos de la Guardia Civil de Pego dieron con el paradero y abatieron a tiros a los bandidos, los cuales huyeron en diferentes direcciones.

Al volver al lugar, las autoridades encontraron a Josep de la Tona con un tiro en la cabeza. Sin embargo, cuando se le realizó la autopsia, el forense descubrió que un balazo que ya estaba cicatrizando había provocado graves daños en sus órganos, lo cual habría producido su muerte igualmente.

Fuente: Conflicte d’interessos: bandolerisme i vendetta a la Marina Alta, Manel Arcos

Deja un comentario
  1. Miquel dice:

    Estaba a las órdenes de políticos, abogados, notarios, alcaldes, concejales y secretarios de ayuntamientos que posteriormente, solo alguno de ellos, fueron juzgados. Solo era un terrorista a las órdenes de intereses privados, no era ningún Robin Hood que repartía los botines entre los más desfavorecidos. Atacaba a personas adineradas que eran rivales política y económicamente de quienes le ofrecían la información para atacar. Lo más deleznable es que tenga una calle en Denia, pero al pueblo le gusta romantizar a delincuentes.

  2. Pepe dice:

    Efectivament, Josep de la Tona era un perill per als cacics latifundistes de les comarques centrals del Pais Valencià que mantenien als jornalers amb salaris de misèria que no cobrien practicament les seues necessitats més bàsiques i tenien que recorrer als prestecs usuraris dels senyorets per tal d’evitar que els seus fills es moriren de fam o suportar humillacions com que les seues esposes mantingueren relacions sexuals amb aquests explotadors sense escrupols.
    De la Tona va ser un home honrat que tan sols va matar amb defensa pròpia i per tal de salvar la seua pròpia vida; per tant, acusar al Josep d’assassí és faltar a la veritat deformant la realitat, amb la intenció de degradar la imatge d’un home al que li va tocar viure un context socio-polític que el va portar a adoptar una postura conseqüent amb els fets i que va pagar injustament, amb la seua vida i com a resultat d’una traició corrupta i indigna.Sempre va estar al costat dels més desvalguts.
    Per tot i això, reivindique la recuperació de la honorabilitat del pedreguer Josep de la Tona i a la seua memòria a la que devem, com a mínim, respete.

    • Carlos Salinas dice:

      La novel.la La pols i el desig tracta sobre la Tona. L’ autor Jesús Moncho va rebre el Premi de Narrativa Constantí Llombart dels Premis Ciutat de València 2000. I publicar per l’ editorial Bromera.


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