El legado devastado: las flores que no volverán a Alcalalí El legado devastado: las flores que no volverán a Alcalalí
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El legado devastado: las flores que no volverán a Alcalalí

13 de febrero de 2022 - 07:00

Impotencia y rabia. Es lo que llevan sintiendo los agricultores de Alcalalí desde que empezó la pesadilla por la erradicación de almendros en la zona. La bacteria Xylella fastidiosa llegó a la Comunitat Valenciana y fue oficial en 2017. Desde entonces, el empeño por acabar con la enfermedad de los árboles ha arrasado con 2.245 hectáreas de campo y con 157.000 almendros.

El 29 de noviembre de 2021, la Conselleria de Agricultura, Desarrollo Rural, Emergencia Climática y Transición Ecológica de la Comunitat publicó la última actualización de la situación en el territorio valenciano. Así, se anunció el decimosexto brote de Xylella con un listado de todas las parcelas afectadas. El documento especifica que al menos 26 de los 33 pueblos que conforman la Marina Alta ya se consideran municipios íntegramente afectados por la bacteria.

«La bacteria produce un trombo al árbol, le corta la circulación»

La Xylella fastidiosa es una bacteria que se hospeda en el xilema de las plantas. Se transmite a través de insectos vectores, es decir, aquellos que se alimentan de la savia que transporta el xilema. Los vectores la expanden a distancias cortas, ya que sus vuelos no son largos. Por este motivo, una de las principales vías de propagación de la enfermedad es el comercio de plantas ya infectadas.

El término fastidiosa viene determinado por la dificultad de esclarecer si una planta alberga la bacteria o no. Faustino Mestre, agricultor de la asociación SAT llauradors d’Alcalalí, explica la enfermedad: «La bacteria lo que hace es producir una especie de trombo al árbol. Le corta la circulación de savia y va a menos. Puedes analizar un almendro y ver que está bien, sin embargo, tras unos meses el mismo árbol puede estar seco, alicaído y visiblemente mal».

La erradicación de Almendros en Alcalalí

Tras declarar oficialmente la llegada de la Xylella, la Conselleria de Agricultura, a través del organismo de Sanidad Vegetal, enviaba una carta a los afectados. En palabras de Faustino, la misiva resultaba «bastante amenazante, asustaba». El documento comunicaba la presencia de árboles enfermos con Xylella en la parcela del destinatario e instaba a tratar los almendros con insecticidas o a arrancarlos directamente.

Joan Elíes Andrés i Serer, regidor de Cultura de Alcalalí, es otro de los testimonios que ratifica el miedo que infundía el mensaje. Según su memoria, o se hacía lo que decían o las sanciones podían alcanzar miles de euros. Por otro lado, el regidor también vivió de primera mano el temor que provocaba la situación. «La impotencia y el miedo que sentía la gente mayor, que son la mayoría de propietarios de las parcelas, al recibir este tipo de cartas era muy real», admite.

A finales de 2017 fue cuando empezó el arranque de la primera parcela afectada en Alcalalí. De esta forma, tras los estudios pertinentes, se aplicó el plan de erradicación en la zona. Este consiste en triturar los árboles in situ, estén o no infectados, si se encuentran dentro del radio de 50 metros desde el afectado. Joan Elíes apunta que se trata de una estrategia de arranque sistemático. Se busca un árbol enfermo y se elimina junto al resto. Tras ello, se busca otro, de modo que «van empalmando radios de arranque».

«Hay que olvidarse ya de los almendros en esta zona de Alicante»

El aspecto de devastación no resulta tan alarmante en las parcelas trituradas rodeadas de otras plantaciones. Sin embargo, al visitar la zona y cada campo arrasado, la sensación de abandono y tristeza es inevitable. «Da mucha pena, sobre todo, a la gente que ha vivido y vive todavía, como puede, de ello», admite Faustino.

Por si todo ello fuera poco, los almendros no se pueden volver a plantar, ya que son hospedantes del tipo multiplex de Xylella, la variante principal de la bacteria detectada en Alcalalí. Faustino admite que las palabras de Conselleria fueron tajantes: «El cultivo de almendro en las tres comarcas (Marina Alta, Marina Baixa y Comtat) se ha terminado. Hay que olvidarse ya de los almendros en esta zona de Alicante».

Actuaciones sin sentido

El problema se agrava al conocer la experiencia de las personas que, de pronto, vieron arrasar a diestro y siniestro sus campos. Conocer las historias y vivencias de cada agricultor resulta desolador. Por este motivo, los testimonios de este artículo denuncian diversas irregularidades o actuaciones sin sentido en todo el proceso.

Empezando por la normativa, la cual ha variado desde que se inició el procedimiento en 2017. Al principio, la erradicación se llevaba a cabo en un radio de 100 metros desde el árbol infectado. Aunque, Faustino asegura que en ocasiones se llegó a erradicar toda la parcela del ejemplar afectado y 100 metros de terreno más allá de esta.

Joan Elíes explica que la justificación que les daban para determinar esa distancia eran los metros que recorrían los insectos vectores en sus vuelos. «Pero, tras esos 100 metros, hay otro vuelo de 100 y así sucesivamente. Eso sin contar un día de viento, en el que el insecto puede llegar todavía más lejos», puntualiza. La última actualización de la normativa determina el triturado de árboles solamente en un radio de 50 metros, la cual cosa desmonta el argumento del vuelo.

«Todo es un poco oscuro»

Por otro lado, la notificación de la eliminación de árboles también resulta irregular en algunos casos. La publicación periódica de las parcelas afectadas se hace a través del Diari Oficial de la Generalitat Valenciana, pero muchas veces los propietarios son personas mayores que no consultan estos documentos. Joan Elíes opina que todo ello es «un poco oscuro», ya que no todos los agricultores afectados han recibido su carta de notificación.

Otro fenómeno sin explicación es el ensañamiento con los almendros. Es una de las especies más afectadas y altamente hospedante, pero: «¿Qué pasa con las montañas que están a escasos metros de los almendros?», se pregunta Faustino. En ellas se encuentran otras vegetaciones hospedantes de Xylella, como las esparragueras, las cambroneras o el romero, que, según el agricultor, ni se tratan ni se eliminan.

¿Intereses económicos?

Si el propietario no puede erradicar los árboles por sus propios medios, debe notificarlo para que las autoridades públicas se encarguen. Pero, este hecho plantea algunas dudas. ¿Quiénes son ellos? ¿Quiénes se presentan a fumigar y triturar los árboles? ¿De dónde provienen las máquinas necesarias?

El brazo ejecutor de Conselleria es el Grupo Tragsa, una empresa de carácter público, cuyos miembros del accionariado son las Administraciones Públicas. Una de las principales tareas de Tragsa es aportar «soluciones integrales ambientales». Esta empresa es, por tanto, la encargada de triturar y cobrar por árbol eliminado. «Mueve mucho dinero», opina Joan Elíes acerca de la empresa.

Este hecho resulta chocante al conocer las subvenciones destinadas a los agricultores de parcelas afectadas. Mientras el presupuesto total de la última convocatoria de ayudas es de 490.000 euros, el importe destinado al plan de erradicación alcanza cantidades millonarias muy elevadas. Cifras inimaginables para cualquier ciudadano de a pie.

Cuando la política entra en el terreno de juego

A pesar de que la encargada de gestionar todo el procedimiento es la Conselleria de Agricultura, la estrategia principal viene determinada por una directiva europea (UE). Tras ella, se encuentra el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación del gobierno central. Es decir, los filtros para debatir el problema con quién tiene el mayor poder de decisión son muy difíciles.

El problema, tal como apunta Joan Elíes, es la visión «urbanocentrista» con la que se aplican las medidas. Se trata, por tanto, de una «norma dictada desde las grandes urbes, desde los núcleos de poder, desconociendo absolutamente la realidad de los pueblos», sentencia el regidor. «Se les llena la boca con la España vaciada y las alternativas y luego cometen barbaridades como esta», añade.

Joan Elíes opina: «Entendemos que la directiva europea tiene una fuerza mayor, pero la gestión no». Por su parte, Faustino también cree que la forma de actuar siempre ha sido muy discutible. La sensación que trasmiten ambos testigos es que Conselleria nunca ha tenido la intención de encontrar soluciones menos dañinas que las adoptadas.

«Deberían haber actuado de la mano de los agricultores»

Pero, entonces, ¿Qué cabida tiene el Ayuntamiento de turno en todo esto? El agricultor tiene el convencimiento de que tanto el consistorio de Alcalalí como los del resto de municipios «podrían haber hecho más». «Primero dejaron pasar un poco el tema. Después, con las elecciones, intentaron actuar de otra forma. Ahora, que el problema es mucho más grave, están actuando más que nunca, como si la Xylella hubiese surgido hoy», sostiene.

Más vale tarde que nunca. Desde otra perspectiva, el regidor admite que el margen de maniobra del Ayuntamiento es muy limitado. Otra vez lanzando balones fuera, sin embargo, es la triste y viva realidad de la política. Echarse las culpas unos a otros.

A pesar de ello, la actitud de Joan Elíes está del lado de los agricultores. «La respuesta, contrapropuesta o el planteamiento de alternativas también puede ir de abajo arriba, no solo de arriba abajo. ¿Por qué no? Es como debería ser», asevera. De este modo, ambas posiciones se reencuentran al opinar que la unión hace la fuerza y que, desde Conselleria, deberían haber escuchado y actuado de la mano de los afectados directos: los agricultores y la gente de los pueblos.

La propuesta de Alcalalí

Solo queda la esperanza. Faustino y Joan Elíes vuelven a coincidir en el deseo de lograr una solución alternativa a la erradicación y viable en todos los sentidos. «Aprovechemos el punto en el que estamos para relacionarnos de otro modo con la tierra, de forma respetuosa. Derivemos hacia la agricultura tradicional, indudablemente orgánica, sin pesticidas», explica el regidor.

Tal como se encuentra el municipio, sin prácticamente almendros que vayan a perdurar en el tiempo, puede ser el lugar óptimo para pilotar estudios de replantación. El regidor repite la idea en diferentes ocasiones: «Deben ser investigaciones con una acción planificada, para no movernos por ocurrencias. Con estudios de viabilidad económica y de valor paisajístico, perfectos para la reintroducción y la recuperación de los almendros».

«Actuar juntos para avanzar y mejorar la situación»

La idea, por tanto, consistiría en plantar diversas variedades del árbol para estudiarlas, observarlas y determinar cuál de ellas es más o menos resistente a la bacteria. Con ello queda claro que ambos testimonios han asumido ya que el territorio debe convivir con la Xylella. Pero, para poner en marcha su propuesta, hace falta lograr el apoyo y el convencimiento de las autoridades.

Disponer de las mismas herramientas empleadas para la erradicación, pero de forma positiva. Contar tanto con Conselleria como con el Grupo Tragsa para impulsar el proyecto. «No queremos ir a ciegas, pretendemos actuar todos a una voz para avanzar y mejorar la situación», sostiene Faustino.

Feslalí, #AlcalalíSenseFlor

La recuperación del almendro es vital por dos razones principales. En primer lugar, para reactivar la economía del pueblo con el beneficio que reporta la almendra. Y, en segundo lugar, por el valor paisajístico y la riqueza patrimonial que ofrecen los campos de almendros a Alcalalí. Precisamente esto último ha sido el germen del Feslalí, un festival autóctono del municipio que celebra la belleza de los almendros en flor y todo lo que ello supone.

Este año, con una versión reducida por la pandemia, del 5 al 20 de febrero, el Feslalí vuelve en su sexta edición con un lema muy reivindicativo: #AlcalalíSenseFlor. «Creo que el festival ha dado bastante visibilidad al problema, tanto en Alcalalí como en otros pueblos», asiente Joan Elíes. Una de las acciones concretas, encaminada a lograr este objetivo, es la exposición urbana de fotografías que reflejan cómo era el paisaje antes y cómo es ahora.

Además de esto, el Feslalí «pretende, por un lado, celebrar el mosaico cultural y el valor paisajístico del pueblo y la Marina Alta y, por otro, reivindicar el cultivo del almendro y la cultura agraria que nos define», concreta el regidor. Así, Joan Elíes invita a todo aquel que quiera asistir a disfrutar de la fiesta y la naturaleza en el municipio.

De este modo, el Feslalí supone una forma de recordar los campos repletos de almendros que durante tanto tiempo han definido al municipio y a los habitantes de Alcalalí. Ahora, luchar por recuperar su identidad es indispensable para ellos. Y, sobre todo, hacerlo con la esperanza de que, dentro de unos años, los futuros nietos que vendrán puedan disfrutar del legado de flores que con tanto esfuerzo han trabajado por recuperar sus abuelos.

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