Un pueblo de la Marina Alta entre los que más noches tórridas registran de la Comunitat Valenciana en julio
¿Se han acabado las noches a la fresca tan típicas de nuestros pueblos durante el verano? La verdad es que podemos llegar a tener esa sensación, ya que la razón principal por la que lo hacemos, la frescoreta, casi se ha perdido. En numerosas noches del pasado mes de julio, la comarca, así como muchas otras del litoral mediterráneo, ha registrado récords de temperaturas mínimas durante la madrugada.
Parece que lejos quedaron las temidas noches tropicales, tan sonadas y tan repetidas en la zona durante los últimos años. Esta nomenclatura hace referencia a los periodos nocturnos en los que la temperatura mínima es igual o superior a los 20 °C.
No es que hayan desaparecido, sino que otro fenómeno les gana terreno. En el último mes, lo que más se ha repetido en cualquier medio de comunicación ha sido el término de noche tórrida. La diferencia entre la anterior expresión y esta es que la segunda, mucho más alarmante, se refiere a las noches en las que la temperatura mínima no baja de los 25 °C.
Pues bien, según las últimas observaciones de la Agencia Estatal de Meteorología, el pasado mes de julio en la Comunitat Valenciana ha sido «el segundo más cálido desde, al menos, 1950, solo por detrás de julio de 2015». La entidad asegura que ha sido dos grados más cálido que julio de 2022. Una afirmación que se obtiene debido a las altas temperaturas mínimas, es decir, las nocturnas.
De las ciudades, municipios o localizaciones que la entidad destaca entre los que más noches tórridas han registrado en julio, la AEMET se refiere a València (18), Miramar (15), el Aeropuerto de València (12), Castelló de la Plana (9) y, en quinto lugar, Pego, con 9 noches tórridas. Por debajo de la localidad pegolina, la Agencia nombra Sagunt (7), Alacant (6), Aeropuerto de Alicante (6), Oriola (6), Rojales (6) y Benidorm (4).
Fuentes expertas llevan advirtiendo esta situación fruto, entre otros factores, del calentamiento global provocado por el cambio climático. El mar Mediterráneo registra unas temperaturas muy altas, lo que provoca mucha humedad y, en consecuencia, se transfieren elevadas cantidades de vapor a la atmósfera. Por otro lado, la brisa nocturna que caracterizaba esta zona mediterránea va desapareciendo, por lo que el aire se estanca y se suma al hecho de la alta humedad y de las elevadas temperaturas que no desaparecen durante las noches.