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Un año de la catástrofe y de la solidaridad que bañó a todo un pueblo: cómo se vivió la DANA desde la Marina Alta

29 de octubre de 2025 - 09:07

Hace exactamente un año, la provincia de València vivió una de las peores tragedias naturales de su historia reciente. La DANA del 29 de octubre de 2024 dejó tras de sí más de dos centenares de víctimas mortales, a día de hoy 229 personas fallecidas, desaparecidos y pueblos enteros anegados, sobre todo, en l’Horta Sud y la Ribera. Aquel martes, el río Magre y el barranco del Poio se desbordaron con una violencia que nadie recordaba, y la imagen de las calles convertidas en torrentes de lodo, coches arrastrados y todo tipo de enseres amontonados quedó grabada en la memoria colectiva.

La catástrofe golpeó con especial dureza a municipios del interior y del área metropolitana de València, dejando una huella imborrable en toda la Comunitat. Aunque las localidades afectadas fueron decenas y decenas: Alaquàs, Albal, Albalat de la Ribera, Alborache, Alcàsser, l’Alcúdia, Aldaia, Alfafar, Alfarb, Algemesí, Alginet, Almussafes, Alzira, Benetússer, Benicull de Xúquer, Benifaió, Beniparrell, Bétera, Bugarra, Buñol, Calles, Camporrobles, Carcaixent, Carlet, Castelló, Catadau, Catarroja, Caudete de las Fuentes, Chera, Cheste, Chiva, Chulilla, Corbera, Cullera, Dos Aguas, Favara, Fortaleny, Fuenterrobles, Gestalgar, Godelleta, Guadassuar, l’Ènova, Llaurí, Llombai, Llíria, Llocnou de la Corona, Loriguilla, Macastre, Manuel, Manises, Massanassa, Millares, Mislata, Montroi/Montroy, Montserrat, Paiporta, Paterna, Pedralba, Picanya, Picassent, Polinyà de Xúquer, la Pobla Llarga, Quart de Poblet, Rafelguaraf, Real, Requena, Riba-roja de Túria, Riola, Sedaví, Senyera, Siete Aguas, Silla, Sinarcas, Sollana, Sot de Chera, Sueca, Tavernes de la Valldigna, Torrent, Tous, Turís, Utiel, València, en especial sus pedanías del sur, como Castellar-L’Oliveral, El Palmar, El Forn d’Alcedo, La Torre-Faitanar, El Perellonet, Pinedo, La Punta y El Saler, Vilamarxant, Xirivella y Yátova. Cada uno de ellos vivió días de angustia, pérdidas y reconstrucción, unidos por el mismo denominador común, el agua que lo arrasó todo.

Pero entre tanta devastación destacó la unión de las personas que se volcaron en ayudar a las zonas afectadas. Desde la Marina Alta la ayuda partió con rapidez. Bomberos, policías, voluntarios, cocineros, empresas y miles de vecinos se movilizaron para socorrer a los damnificados. A un año de aquella catástrofe, la comarca recuerda no solo el dolor, sino también la ola de solidaridad que se creó.

De los primeros en salir: los bomberos

La mañana del 30 de octubre, apenas unas horas después del desastre, doce bomberos de los parques de Dénia, Benidorm, Cocentaina y Elda partían rumbo a València. Junto a ellos, el helicóptero Alpha 01 del Grupo Especial de Rescate (GER) sobrevolaba el área metropolitana para evacuar a personas atrapadas.

El operativo, coordinado desde el Consorcio Provincial de Bomberos de Alicante, logró rescatar a una veintena de personas en lugares tan devastados como Riola, Torrent y Paiporta, entre ellas una madre con su bebé de un año. Durante días, los relevos entre dotaciones fueron constantes.

Ayuntamientos en luto y vecinos movilizados

La comarca entera se tiñó de negro en señal de duelo. Municipios como Pedreguer o Benitatxell suspendieron fiestas y eventos de Halloween e izaron las banderas a media asta en señal de condolencia. Los municipios de la comarca y sus vecinos se volcaron sin penser. Convoyes de Policía Local y Protección Civil partieron con agua, comida y productos básicos donados.

Mientras tanto, en la Vall de Gallinera, Pego o Calp, los puntos de recogida de alimentos y productos de higiene se multiplicaban. La imagen de coches cargados de donaciones saliendo hacia València se convirtió en un símbolo de la unión entre comarcas.

Una red solidaria sin precedentes

En los primeros días de noviembre, la Xarxa d’Alcaldes de la Marina Alta se reunió en el Hospital de Dénia para coordinar la avalancha de ayuda que llegaba desde cada municipio. «La prioridad era canalizar los envíos de forma efectiva», explicaba el alcalde de Dénia, Vicent Grimalt.

Se creó un inventario comarcal de productos para responder con rapidez a las necesidades concretas de cada pueblo afectado. La coordinación permitió que toneladas de ayuda llegaran a municipios como Paiporta, Alfafar, Sedaví o Catarroja, donde los vecinos recibieron los cargamentos de víveres, ropa y herramientas.

La cocina solidaria de Gata

La solidaridad también se cocinó. En el obrador de Gata de Gorgos, más de 200 voluntarios y algunos de los mejores cocineros de la comarca, como Sergio Box, Borja Susilla o Evarist Miralles se pusieron el delantal por una causa mayor. Junto a la organización World Central Kitchen, prepararon miles de raciones diarias para los damnificados desde un obrador, propiedad de Cala Bandida, en Gata de Gorgos. Miles de comidas calientes fueron enviadas a Paiporta, Algemesí y otros pueblos arrasados.

Policías y voluntarios

No solo fueron los cuerpos de emergencia. Policías locales de toda la Marina Alta, desde Teulada Moraira, Benissa, El Verger o Xàbia, se desplazaron en sus días libres para colaborar en Paiporta, Torrent o Massanassa.

«Nos guiaba un vecino en moto para poder llegar al puesto de mando porque las carreteras estaban intransitables», recordaba Miguel Ferrer, agente del Verger. Su trabajo fue montar puntos de distribución de agua y comida, asistir a mayores y atender emergencias sanitarias.

A la vez, empresas privadas aportaban maquinaria, colectivos ciclistas entregaban bicicletas para la movilidad de los damnificados y autobuses de voluntarios partían desde pueblos como Senija o Calp con manos dispuestas a limpiar y ayudar.

De la emergencia a la reconstrucción

A mediados de noviembre, se solicitó detener temporalmente el envío de material, debido a la gran cantidad de donaciones acumuladas. Sin embargo, la Marina Alta siguió presente. En Benissa, Llíber y Murla se organizaban nuevas campañas: material escolar, artículos de limpieza, mantas y calzado.

El Ayuntamiento de Calp aprobó una donación institucional de 120.000 euros a las poblaciones más afectadas, además de haber enviado 40 camiones de ayuda y varios grupos de voluntarios.

El barro en la memoria

Doce meses más tarde, las huellas del barro todavía manchan algunas calles y, sobre todo, la memoria. Las cicatrices de la barrancada del 29 de octubre de 2024 no se olvidan, un hecho que ha movilizado a la misma sociedad solidaria en manifestaciones multitudinarias, una por cada mes desde el pasado octubre de 2024, contra la gestión de aquella fatídica DANA, reclamando todavía responsabilidades.

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