OPINIÓN | Luisina Daives. Psicóloga de Amadem
Cada 19 de febrero, se celebra el Día Internacional contra la Homofobia en el fútbol, desde 1998, por el nacimiento de Justin Fashanu, el primer futbolista que se declaró públicamente homosexual. Esta fecha tiene como objetivo principal erradicar por completo la discriminación que existe por la orientación sexual de lo/as jugadore/as (aunque en el fútbol femenino es mucho menos tabú) tras el horror vivido por el jugador inglés después de su revelación en 1990.
Fashanu fue machacado por hacer pública su homosexualidad. Tuvo que enfrentarse al rechazo de su equipo y a la humillación pública de parte de sus colegas. Esta situación se agravó, tras ser acusado falsamente de violación, lo que lo sumió en una profunda depresión que le llevó a suicidarse el 2 de mayo de 1998. Sin embargo, poco ha cambiado desde entonces, al menos en España.
Pero ¿qué impide a los futbolistas hacer pública su orientación sexual? Oscuras cláusulas en sus contratos, el temor a la pérdida de patrocinios, la presión de los propios clubes y una grada en la que los insultos homófobos son casi tan habituales como cantar un gol, hacen casi imposible que un futbolista se declare gay. Las personas seguidoras del deporte rey han crecido con cánticos de «maricón», «Sal del armario», que eran tan «normales» durante un partido como corear el himno de tu club.
En la historia del fútbol español, no existe ni un solo caso de un jugador profesional que haya declarado abiertamente su homosexualidad. Y hoy, donde se escuchan «terapias de conversión» para todas las personas que se definan como homosexuales, y puedan ser heterosexuales «normales».
Que una persona no pueda definirse o vivir cómo realmente siente y es (siempre con respeto hacia las demás personas), es una verdadera tortura. Nada tiene que ver con una enfermedad, desviación o perversión. No hay nada que convertir, sino aceptar, respetar y que cada uno/a vivamos buscando Salud Mental. Espero que llegue un día en donde las elecciones de una persona no se juzguen y en donde una persona no desarrolle estrés elevado, ansiedad o depresión por ser quien es o querer a quien quiere.