«El foc s’apaga a l’hivern», Felip Mengual repite esta frase una y otra vez. La decía su abuelo y, mientras el valle que le ha visto crecer, arde, no puede dejar de pensar en estas palabras.
Vive en La Vall de Gallinera, él y toda su familia «desde 1611», enfatiza. Para este agricultor, la Vall de Gallinera es más que su casa o su trabajo, es su vida. Hablamos con él en el L’Espai Veinal de Pego, lugar que se ha convertido en albergue para los desalojados de este fatídico incendio.
Estos días las emociones están a flor de piel. En la mirada y en las palabras de Felip vemos mucha rabia e impotencia. «Hace 15 años sufrimos un incendio muy duro y, desde entonces, han cambiado los gobiernos pero el sistema ruinoso continúa, ¿no hemos aprendido nada?».
El incendio que asola el interior de la Marina Alta fue provocado por un rayo que cayó en la Vall d’Ebo una noche festiva en muchos municipios de la zona. Altas temperaturas, tormenta eléctrica y un monte seco, el cóctel molotov que originó este fatídico incendio.
«Era cuestión de tiempo que esto pasara. Las ramas de los árboles llegan abajo, los matorrales son más altos que yo, está todo muy seco. Iba a pasar esta semana, la que viene o la otra. Si lo se yo que no he estudiado, ¿los técnicos también lo sabían no?», nos comenta Felip.
Los vecinos de ‘les Valls’ como Felip están hartos e indignados de que no se haga nada para proteger el mundo rural. «Vienen los ecologistas de fuera y nos dicen que no podemos ni cortar una caña porque eso tiene impacto en el medio ambiente. Pero, si cortas una caña, salen cuatro. ¿No crea más impacto que venga una riada y se lleve el puente por delante?«.
Felip, dedicado toda su vida a la tierra, reconoce que no tiene estudios pero si ojos en la cara y no entiende como les prohiben limpiar los montes cuando luego suceden incendios como este que no se pueden controlar por la cantidad de árboles, matorrales y madera seca que hay.
«No nos dejan hacer cortafuegos porque también tienen impacto y yo me pregunto, la estampa que se va a quedar ahora aquí, ¿qué?, ¿triple impacto?», Felip cada vez se indigna más e incluso no puede evitar emocionarse.
Les Valls se sienten desprotegidas. Han pedido en reiteradas ocasiones crear un cinturón limpio alrededor de los pueblos para al menos proteger sus casas en caso de incendio pero nadie les escucha. «Y, ¿ahora qué? Ahora nuestras montañas arden».
«Mi abuelo iba con la azada y cuatro machos y no se quemaba nada. Y ahora que todo ha avanzado, ¿no podemos sacar la leña seca y dejar los montes como tiene que estar para que si hay un incendio con dos avionetas lo puedan apagar?«.
Felip no solo se queja de la situación sino que también trae propuestas. Ideas que, según explica, los ayuntamientos de les Valls ya han propuesto pero nunca les han escuchado. «Deberíamos dividir el monte en cuadrantes y cada invierno limpiar un par de cuadrantes y así cuando llegaran el verano y los incendios sería mucho más sencillo apagarlos. No se puede limpiar todo el monte pero sí cada año arreglar una parte». Esta propuesta ya se hizo formalmente, cogiendo a trabajadores del paro y pidiendo un presupuesto de 30.000 euros que les denegaron.
La frase de su abuelo resuena en su cabeza constantemente, «el fuego se apaga en invierno».
«Ni soy del PP, ni del PSOE ni de nadie. Soy una persona que he nacido aquí y soy responsable del patrimonio de mi familia y siento una impotencia enorme de no poder hacer nada. Tengo árboles de 500 y 750 años, ¿quién se hace responsable de esto?».
Felip no tiene ninguna esperanza de que este incendio deje algún pulmón verde, entre tanta nube negra y ceniza. «Todo está en llamas, no dan a basto. Continuará quemando hasta que llegue a un sitio donde no quede nada, como ya sucedió la otra vez».
Eso sí, tiene muchas ganas de luchar para que se les escuche y les dejen proteger sus hogares. «Nosotros sí nos preocupamos por nuestros montes y sabemos de qué estamos hablando. Hay mucho experto y mucho técnico pero les das la azada y la cogen por el hierro. Ya está bien, no se puede repetir esto otra vez. El sistema tiene más de 30 años y no funciona ni se adapta al mundo rural.»