La Marina Alta está infestada de jabalíes. Los problemas que acarrea esta superpoblación de animales son visibles en cada una de sus localidades, ya que, desde hace años, los jabalíes han abandonado su medio de vida natural y se acercan peligrosamente a los núcleos de población de toda la comarca. Dentro de los pueblos y de los términos municipales encuentran comida más fácilmente, ya sea en los huertos o en las papeleras urbanas, por lo que pasear por sus calles se ha vuelto una costumbre.
La Xarxa d’Alcaldes de la Marina Alta se reunió ayer convocada por el Ayuntamiento de Els Poblets y de El Verger, dos de los municipios gravemente afectados por esta problemática. «Acaban con nuestras zonas verdes, con el mobiliario urbano y con los cultivos», aseguró Jose Luis Mas, alcalde de Els Poblets, quien afirmó que «el río Girona es una autopista para jabalíes», por tanto, todos los pueblos afincados a su alrededor son grandes víctimas de su paso. Aunque no los únicos.
Basili Salort, alcalde de El Verger, dio algunas claves para entender a qué se debe esta grave problemática hoy en día: «El abandono de cultivos, páramos y solares vacíos son el campo de cultivo para esta plaga. La falta de limpieza de cuencas y barrancos y la falta de depredadores está haciendo que la población aumente. Incluso el cambio climático puede que tenga algo que ver, ya que se están acelerando los periodos de cría».
Ambos alcaldes mencionaron que no supone solo un problema para los terrenos, sino que «los vecinos y vecinas de las localidades tienen miedo a salir de casa» a partir de cierta hora, cuando anochece, algo que trastoca los ritmos de vida de la población. En el caso de Els Poblets «hay un alto nivel de vivienda diseminada» lejos del centro urbano y es difícil controlar la situación en esos casos. «Las batidas convencionales en este municipio son imposibles», aseguró Mas, ya que las viviendas están muy cerca de donde campan a sus anchas los jabalíes.
Durante la reunión de la Xarxa d’Alcaldes diversos representantes de los municipios aportaron distintas ideas para hacer frente al problema. Rosa Cardona, alcaldesa de Xàbia, defendió firmemente una de las propuestas más repetidas: pedir apoyo a la Conselleria para iniciar una colaboración conjunta y que agilice los trámites en las soluciones. Además de la administración autonómica, todos coincidieron en que las alianzas entre los municipios y las sociedades de cazadores son clave. Sin embargo, estas organizaciones no reciben las ayudas ni el apoyo necesario. «Para realizar las batidas y afrontar la plaga de jabalíes debemos gastar recursos que, en grandes cantidades, como se necesita contra los jabalíes, no tenemos», aseguró un representante de la sociedad de cazadores de El Verger. También señalaron que las batidas y esperas no están permitidas en cualquier sitio. El Plan Rector de Uso y Gestión (PRUG) del Montgó, por ejemplo, prohíbe realizarlas, ya que está rodeado de viviendas.
Las batidas y las esperas son una de las grandes armas contra estos animales, sin embargo, cerca de las casas es más difícil actuar y ahí es donde más se encuentran ahora mismo. Otra de las soluciones que se ha intentado aplicar más tímidamente ha sido la colocación de jaulas en puntos estratégicos para atraparlos. Sin embargo, estas últimas no son tan efectivas como las batidas. En dos años se ha dado caza a más de 1.000 ejemplares en el término municipal de Pego, «mientras que con las jaulas se capturó a 115», ilustró con cifras el alcalde de Pego, Enrique Moll, para entender la magnitud del problema. Moll recalcó que en su caso, con los incendios en las montañas de la Marina Alta, la presencia de jabalíes se ha multiplicado considerablemente, «bajan a comer a los pueblos» y asegura que han hecho de la Marjal su casa.
Aunque una de las grandes preocupaciones de todos los presentes fue qué hacer con los animales una vez muertos, ya sea de forma accidental o tras las batidas organizadas por los cazadores. El alcalde de Beniarbeig, Juanjo Mas, puso sobre la mesa una de las costumbres a las que los cazadores recurrían antes y es «el acceso a las pruebas veterinarias que determinan si la carne es apta para el consumo, pero ahora los centros veterinarios ya no la hacen».
Ferran Lloret, concejal de Medio ambiente, Sostenibilidad y Agricultura de Pedreguer, mencionó el caso de su municipio en el que se cuenta con la figura de un cazador que después gestiona con empresas cárnicas para retirarlos. Sin embargo, esto requiere de una gran inversión, «en Pedreguer puede costar entre 30.000 y 40.000 euros al año», indicó. Por lo que extrapolado a toda la comarca, la inversión sería inasumible para muchos municipios. Por su parte, Josep Signes, alcalde de Gata de Gorgos, apuntó la necesidad de establecer «soluciones tranversales» que atajen el problema de inicio a fin y recalcó la «falta de empresas cárnicas que vendan la viabilidad de todo el proceso».
Expuestas todas la visiones, el conjunto de representantes políticos esbozó la hoja de ruta que podrían seguir a partir de ahora. Por un lado, insistir a la Conselleria, en ayudas, programas, y mecanismos que reduzcan la superpoblación y también exigir a la Confederación Hidrográfica del Júcar que limpie los ríos. Por otro, realizar un estudio a nivel comarcal sobre la población real de jabalíes que permita encontrar «soluciones conjuntas». Y, además, motivar económicamente la creación de industria y de empresas que se hagan cargo de la transformación cárnica de la especie una vez capturada.