La de Els Poblets es una de las historias que merece la pena contar y escuchar tantas veces como se dé la oportunidad. Y la de hoy empieza por la transformación que esta pequeña localidad de la Marina Alta ha experimentado en casi 70 años. Un bello paraíso nutrido por los encantos del riu Girona, alrededor del cual se ubica, constituyéndose así como el último municipio asentado en el curso de este.
La imagen aérea más antigua de la localidad que queda a la izquierda, tomada a mitad de los años cincuenta, muestra a la perfección los tres pueblos que la conforman. Un retrato que ilustra la grandeza del término a pesar de las reducidas dimensiones de los núcleos de población, que se agrupan casi al pie de la foto, en el centro. La segunda fotografía está tomada muy recientemente, en 2022.
A la izquierda del Girona, Mira-rosa, el núcleo más abajo, y ubicada arriba, Setla. Al otro lado del río, Miraflor, algo más grande que los otros dos en la fecha que fue tomada la fotografía del siglo pasado.
De ellos, conocidos antaño como els Llocs, nace la localidad de Els Poblets. Sería en 1971 cuando se fusionaron las tres alquerías, aunque no fue hasta 1991 que se acordaría el cambio de denominación a la nomenclatura que recibe oficialmente a día de hoy.
Los tres núcleos serían, antes de la llegada de Jaume I, alquerías andalusíes que después de la conquista pasarían por manos de diversos señores feudales. Una larga lista de nombres y titularidades que Josep Andrés Torres recoge en el libro Història dels Poblets: la Setla, Mira-rosa i Miraflor entre la conquesta cristiana i la fi de l’Antic Règim. De entre los más sonados destacarían los Perpinyà, Huarte o los Cardona, estos últimos señores de Ondara.
Un pasado que invita a leer al escritor con estas imágenes recuperadas del siglo anterior en la cabeza. Cuando la mayoría del término eran bancales perfectamente labrados y delimitados unos por otros. Entre los pueblos y la Almadrava un extenso terreno de vegetación se extendía hacia el mar, donde ahora el torrente inmobiliario ha copado las antiguas tierras de urbanizaciones que alcanzan prácticamente toda su extensión.
Els Llocs ahora vuelven a ser un núcleo más bien pequeño, comparándolos con la gran zona de chalets que se adhieren a sus orígenes para conformar otra historia más de la localidad. Una realidad que queda retratada en la última imagen, esta de cuarenta años después que la primera mostrada, a finales de los noventa. Desde entonces hasta ahora los huecos se fueron llenando con el paso del tiempo hasta dejar poco vacío entre los campos originales que algún día fueron tierras musulmanas.