Lo que en principio iba a convertirse en una «funcional» actuación para hacer más fácil la vida de los vecinos y vecinas de la Rectoria, se ha convertido en de todo menos eso. El proyecto de la variante de la CV-728 y sus rotondas nació en 2009 por iniciativa de la Diputación de Alicante, sin embargo, los trabajos no empezaron hasta hace 3 años.
El objetivo de las glorietas y las mejoras consecutivas que anunció el ente provincial parecían razonables, y también atendían a la única demanda que podían tener desde el Ràfol: descongestionar el tráfico de la localidad que sufría el paso de numerosos vehículos, también de grandes dimensiones, en dirección a Pego. Los coches y camiones entraban a la localidad para acceder a la CV-728 que conduce al término pegolí, y lo mismo para los que venían de aquella ubicación hacia la Rectoria.
El coste inicial del plan de la variante de la CV-728 era de algo más de medio millón de euros, según fuentes municipales. Pero en 2021 la Diputación anunció que se aprobaría una modificación presupuestaria para hacer frente al aumento de costes que se habían producido en los últimos años (y desde 2009). Finalmente, se anunció que se llevaría a cabo por más de un millón de euros. Concretamente, 1.098.983,06 €.
Fue también un año después de que estallara la pandemia, cuando Diputación previó que las obras empezarían en el tercer trimestre del año 2021, pero comenzaron en febrero de 2022. El tiempo estimado para llevarlas a cabo y finalizarlas era de seis meses…
La cosa podía alargarse, pues el plan estaba dividido en dos fases. En la primera se ejecutaría la rotonda entre el Ràfol d’Almúnia y Benimeli y otra que conectaría el Ràfol con el Port dels Sorells en dirección a la Almúnia y Monte Pego. En la segunda fase debían adecuar el antiguo camino rural que atraviesa el puerto de montaña y llegar a Pego para permitir el paso de dos vehículos con su consiguiente línea central que divide cualquier carretera.
Una solución que trae más problemas
La realidad es que la Rectoria se ha visto estancada, sin pedirlo, en la primera fase y lo que iba a solucionar un problema de circulación y seguridad vial ha provocado otros, quizá más graves. La enorme y flamante nueva rotonda entre el Ràfol y Benimeli no cumple su función a día de hoy, ya que el acceso hacia la segunda rotonda está cerrado. ¿Qué provoca esta «minucia»? Que los usuarios que conocen la CV-728 saben que se puede circular y acceden a ella por la salida de los coches que bajan desde el Port dels Sorells.
Pero esto es lo que ocurre a día de hoy. Antes, una vez finalizada la colosal glorieta entre los municipios, la salida estaba taponada por un poste de cables en medio de la vía. Estefanía Rovira, alcaldesa del Ràfol d’Almúnia, afirma que toda la obra se ejecutó alrededor de este poste a sabiendas de que impediría el paso. «Después han tenido que llegar muchas quejas y han tenido que pasar numerosos procesos para que finalmente lo quitasen». El alto poste era tarea de la compañía eléctrica y Diputación debía solicitar la eliminación de este, por lo que estuvieron un tiempo pasándose la pelota de unos a otros. Más retrasos para algo que era evidente desde el principio.
«Los sistemas de recogida de agua están al descubierto con un agujero lateral por donde cabe un niño»
Estos no son todos los problemas que ha desatado la gran obra. Los propietarios de los terrenos que colindan con las rotondas y la nueva carretera observaron que cuando bajaba agua desde Segària esta llegaba a los bancales sin poder absorberla toda. La alcaldesa reunió a los vecinos afectados para poder trasladar todo el malestar al diputado de Carreteras, Arturo Poquet, y a la empresa encargada en una reunión sobre el terreno en septiembre de 2023.
Estas quejas se solventaron «más o menos» dos o tres meses después, asegura Rovira, logrando desde el Ayuntamiento paralizar las obras para solucionar lo que ya estaba mal desde el principio, pero surgieron más inconvenientes. El agua se desvió de los bancales más arriba a los que están más abajo.
«Ahora estamos trabajando desde el Ayuntamiento con nuestro arquitecto municipal, porque los sistemas de recogida de agua están al descubierto, tienen una reja por encima, pero un enorme agujero lateral, donde cabe perfectamente un niño, por ejemplo, y están llenos de agua. Es muy peligroso», relata Rovira. Además de que los cortes en la montaña se han dejado con la piedra viva, por lo que si llueve, todos los sedimentos terminan en la carretera.
También Benimeli ha sufrido los estragos del proyecto. Los vehículos que llegan a la rotonda desde el Ràfol y quieren acceder al vivero situado en la salida del municipio, deben ir hasta Sanet i Negrals para dar la vuelta allí y volver al Ràfol y entrar al negocio. De este modo, pasan dos veces por Benimeli y aquello que solucionaron en el Ràfol lo trasladaron, y duplicaron, al otro municipio.
«Las obras son totalmente desproporcionadas, tenemos dos rotondas que parecen de la capital»
También, en la salida hacia Benimeli, hay una isleta que alargaron del día a la noche porque sí. «Pararon las obras dos o tres meses en septiembre para hacer modificaciones y después de un día a otro viene un técnico y cambia esto sin sentido», denuncia Rovira. La única explicación que desde el municipio se les ocurre es que Diputación no sabe como sacarse de las manos tanto problema y, además, los Ayuntamientos de la Rectoria no reciben ninguna aclaración oficial.
Entonces, ¿han valido la pena tantos años con las obras en marcha y la espera entre modificaciones y resolución de problemas en el proyecto de la variante CV-728? «No, las obras son totalmente desproporcionadas para lo único que necesitaba el Ràfol: ampliar el camino rural para que pudiesen pasar dos coches y desviar el tráfico del municipio», asegura la alcaldesa de la localidad. «Tenemos dos rotondas que parecen de la capital y una carretera que no tiene ni línea central, tal como era antes. Si no se termina la vía, no tiene sentido toda la actuación anterior», lamenta.
Desde el comienzo de la nueva legislatura del Ayuntamiento, que pronto hará un año, explica Rovira que se han trasladado todas la quejas. Han enviado los informes pertinentes para que todo se solucione pronto, «pero ahora la obra está parada desde febrero y desde el Consistorio no podemos hacer más que pedir, ya que la acción es competencia de la Diputación, es su actuación». Y es el ente provincial el que debe poner una solución a esta desesperación, que parece, además, totalmente impuesta a los vecinos y vecinas de la Rectoria.
Y todo esto hace pensar mal. Hace pensar en que cuanto más gasto, más gano…
Qué tiempos aquéllos en los que se hacían las cosas para el beneficio general y no para el de alguno… ahí lo dejaremos.