El Parador de Ifach, el primer paraíso frente al mar de la Marina Alta y un hito del turismo de los años 30 El Parador de Ifach, el primer paraíso frente al mar de la Marina Alta y un hito del turismo de los años 30
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El Parador de Ifach, el primer paraíso frente al mar de la Marina Alta y un hito del turismo de los años 30

28 de julio de 2024 - 09:04

Los años 60 significaron para la costa alicantina la llegada del boom turístico, pero 30 años antes existió ya un pionero establecimiento frente al inmenso Mediterráneo que fue el reclamo de los más ilustres personajes de la época. Con vistas a un desnudo Peñón de Ifach y rodeado de los vírgenes campos de tierra calpinos, el Parador de Ifach fue el primer hito del turismo en la Marina Alta.

Un visionario proyecto de hospedaje para los visitantes que llegaban a la costa alicantina y que deseaban pasar largas temporadas entre sus rincones más bellos. Por aquel entonces, la comarca ni soñaba con lo que se convertiría años después, pero fue allí, en la playa del Cantal Roig de Calp, donde surgió la chispa del primitivo proyecto turístico que la Marina Alta abrazaría más tarde.

Visionarios en los años 30

El inspirador concepto tomaría fuerza en los años 30 con la idea del escritor Juan Guerrero Ruíz, un enamorado de los paisajes alicantinos, los dibujos del arquitecto municipal de Alicante Miguel López González y la pareja de socios formada por Antonio García Sapena (Calp) y Manuel Giner Ivars (Benissa). La costa entonces no estaba tan valorada, pero los ojos que venían de fuera la contemplaban maravillados y a aquello había que darle salida.

Según recoge el historiador de Calp Andrés Ortolá Tomás, los terrenos donde se alzaría el proyecto pertenecían al calpino Juan Ronda ‘Bavós’. Tras el intento de compra de un empresario, la renuncia de este cayó a favor del mencionado García Sapena. Finalmente, se inauguraría el emblemático edificio el 25 de mayo de 1935.

El Parador de Ifach, un rincón distinguido y deseado

El establecimiento deslumbraba con el impoluto blanco de su pintura y las líneas rectas de sus paredes se mezclaban con los arcos típicos de los riuraus de la Marina Alta. Esas ventanas eran un observatorio al mar que pronto atraparía la atención de personalidades distinguidas. Era un paraíso que ofrecía la tranquilidad para dejar volar la mente frente a la belleza de un lugar único y apartado.

Tan apartado que no tenía ni carreteras construidas a su alrededor, sino que tuvieron que adecentarse los caminos necesarios para hacerlo accesible a todo el mundo. En su interior, un gran comedor ofrecía los servicios hosteleros de gran categoría. Los manjares propios de la comida tradicional de la zona llenaban corazones y barrigas de los clientes. Y las habitaciones, apenas unas 12, limitaban el espacio a pocos visitantes. Algo que no les impidió alcanzar el éxito absoluto.

La clave del éxito: la hospitalidad

Pero si de algo hablan las líneas que todavía conserva la descendiente de uno de los socios, Virginia Valcárcel García, nieta de Antonio García Sapena, es de la hospitalidad, el excelente trato y el buen hacer de los dirigentes y empleados del lugar. Y Pilar Vives Santacreu, esposa de García Sapena, fue la anfitriona perfecta de tan amables recomendaciones.

El libro de oro del Parador de Ifach contiene las firmas y dedicatorias de los ilustres y famosos que allí pasaban los días. «Azorin, Iturbi, Oscar Esplá, Hemingway, Gabriel Miró, Florian Rey, Raf Vallone, Jesús Hermida, Carmen Sevilla, Orson Welles, Ava Gardner, Gregory Peck, los principes de Prusia o políticos como Azaña, Negrín o la Pasionaria», se encontraban entre la larga lista de huéspedes, según apunta Ortolá. Una élite de personajes que recorrieron los kilómetros necesarios para hacer una parada justificada en Calp.

Aquello iba como un tiro. Dado el alcance y potencial que tenía, más tarde se decidió ampliar el local con más habitaciones e instalaciones adicionales que solo hacían que enriquecer la tentadora y pionera oferta turística de Calp y sus alrededores. En 1947, apunta el historiador calpino, ambos socios regentes se separan y Antonio y Pilar quedaron al frente del negocio en solitario.

De Parador a Paradero

Más cambios se avecinaron en pocos años, y es que García Sapena se vio en la obligación de cambiar el nombre a su hospedería. «El 30 de septiembre de 1952 la Oficina de Información de Alicante envía copia de la Orden del Ministerio de Información y Turismo, advirtiendo la prohibición del uso del nombre de Parador», ilustra Ortolá en su escrito. Varios nombres se barajaron, aunque finalmente se quedaron con Paradero de Ifach.

El inicio del declive de aquel edén calpino fue en los 60. No fue rápido, pues el hotel y su restaurante aguantaron hasta casi los 2000, pero la muerte de Pilar Vives fue, sin duda, uno de los momentos más duros. El turismo tal como lo conocemos ahora fue creciendo y el encanto singular y único se fue perdiendo. Además, el Paradero de Ifach ya era más apto para todos los bolsillos y poco a poco fue dejando de ser el refugio de unos pocos.

El final de un emblema para Calp

En 1971, recuerda Virginia, su abuelo Antonio García Sapena falleció. Fue su madre, Pilar García Vives, hija de los fundadores, quien se hizo cargo del establecimiento junto a su hermano y el resto de su familia. En los años 90, los descendientes del fundador decidieron separar sus caminos para quedarse Pilar con toda aquella responsabilidad. 63 años después de la primera apertura, en 1998, la familia García Vives decide vender el Paradero de Ifach a una promotora.

Un nuevo y actual proyecto se gestó con aquella decisión. En 2001 se inaugura, bajo el sello de la empresa promotora, el residencial Paradero de Ifach, con dos grandes edificios de apartamentos que lo componen, el Barlovento y el Sotavento. En la actualidad, estos bloques rodean al primitivo Parador, que se decidió mantener, reformado y adaptado, como club social para el residencial de apartamentos.

Algo de aquel encantador y emblemático hotel queda todavía manteniendo el pulso al imponente Peñón de Ifach. Algunos recuerdos se guardan bajo el techo del club social. Fotografías y folletos de las excursiones que organizaba Antonio García Sapena en su época cuelgan de las paredes hoy en día. Son recuerdos que, junto a todo el material que su nieta sigue atesorando, mantienen la memoria de aquel primer paraíso frente al mar de la Marina Alta.

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  1. Mimenda dice:

    i Vaya destrozo lo que se ha construido alrededor ! Para llorar..


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