El Nueva York de los emigrantes de la Marina Alta: las calles que les vieron llegar, antes y ahora El Nueva York de los emigrantes de la Marina Alta: las calles que les vieron llegar, antes y ahora
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El Nueva York de los emigrantes de la Marina Alta: las calles que les vieron llegar, antes y ahora

19 de marzo de 2023 - 06:00

Viajar a cualquier parte del mundo en la actualidad se considera más un placer que otra cosa. Si se dispone de tiempo y dinero para hacerlo, claro está. Elegir un destino, planificar la ruta y adelante con ello. Pero la perspectiva cambia cuando la aventura adquiere otro tinte, el de ganarse la vida en otra parte, porque de donde provienes no te ofrece todo lo necesario para vivir.

Desde la Marina Alta a Nueva York: hacer las Américas en busca de algo mejor

Esta situación, como en muchos otros lugares, les ocurrió a miles de personas de la comarca en el siglo pasado. Como recoge Juli Esteve en el libro L’emigració valenciana als Estats Units i el Canadà: El somni americà contra el caciquisme i la fil·loxera, la miseria, el hambre y el trabajo mal pagado obligo a más de 15.000 vecinos y vecinas de la Marina Alta a emigrar a Estados Unidos entre 1900 y 1920.

Uno de los casos ahora más conocidos, gracias a diversos estudios como el de Juli Esteve o el de Teresa Morell en libro Valencians a Nova York. El cas de la Marina Alta (1912-1920), es el fenómeno migratorio hacia la gran manzana. Estos libros narran cómo fue la marcha, retratando tanto la crudeza de la situación como la esperanza de las personas que protagonizaron el fenómeno.

Así es como las investigaciones han permitido descubrir públicamente detalles que, aparte de las causas, muestran algunas curiosidades como el periplo que suponía para los emigrantes reunir todo lo necesario para el viaje, cómo era el recorrido y qué ocurría una vez llegado al destino soñado.

Todo lo necesario para marcharse

La forma que tenían los emigrantes de entonces para llegar a Nueva York era a través del mar. El libro de Morell narra que los billetes de barco hasta allí podían costar unas 300 pesetas. Sumando impuestos, los dólares requeridos para mostrar solvencia al llegar y el desplazamiento hasta el puerto de salida, se necesitaban en total 540 pesetas.

La mayoría de emigrantes de la comarca eran jornaleros dedicados a los cultivos predominantes, que con su sueldo conseguían ahorrar más bien poco durante todo un año. Por este motivo, muchas veces se recurría a préstamos de los terratenientes o parientes que quisieran ayudar.

Emigrar para trabajar en Nueva York era tan común que incluso las compañías de transporte marítimo enviaban agentes a los pueblos de la comarca para expedir los billetes a quien lograba reunir el dinero necesario. Una vez conseguido el billete también era necesaria una especie de cartilla de identidad con todos los datos personales.

El largo viaje

En los registros reunidos por ambos estudios se puede comprobar la gran diversidad de puertos de salida de los barcos. Desde el de Vigo al de Barcelona, Bilbao o Francia. Tal como destaca Morell, en caso de zarpar desde Valencia, la mayoría de vecinos debían salir de sus pueblos para coger el tren en la parada del Verger que les conduciría hasta Carcaixent y de ahí hacia la capital.

Una vez embarcados, con suerte, la travesía por mar duraba dos semanas. Pero teniendo en cuenta todas las paradas hasta cruzar el charco, en total se podía tardar un mes. Y, por si fuera poco, las condiciones en que se encontraban los pasajeros en las embarcaciones hacían del viaje una historia interminable. Habitáculos más que pequeños, mareos, vómitos, escasez de baños y lamentos desde el amanecer hasta el anochecer. Una mezcla de infortunios para que lo mejor que te pudiese pasar fuera caer enfermo.

Un exhaustivo chequeo

Considerada una de las mayores inmigraciones de la historia, la de Estados Unidos, poco antes del 1900 hasta mitad de siglo, acogió a más de doce millones de personas. La isla de Ellis era el gran portal de llegada a Estados Unidos para la mayoría de los recién llegados a partir de 1892, situada tras la imponente Estatua de la Libertad que daba la bienvenida a todos ellos. Allí se situó el gran centro de inspección de personas que viajaban en tercera clase.

Después de dejar sus equipajes en una gran sala, los inmigrantes eran sometidos a un control médico que determinaba si contaban con la salud suficiente para ser admitidos en el país. En seis segundos, los médicos debían determinar si las personas eran aptas o no para continuar su camino en busca de trabajo. Así, desde la llegada a Ellis hasta ser admitidos, la media de espera en la isla era de tres a cinco horas.

Solamente a un 2% de las personas llegadas les era denegada la entrada. Las tres razones principales por las que sucedía esto era ser diagnosticado con una enfermedad contagiosa, tener posibilidades de convertirse en una carga pública o acabar siendo contratado ilegalmente.

Los lugares de residencia en Nueva York: así eran entonces y así son ahora

Una las muchas curiosidades que ofrecen ambos libros es a dónde se dirigían los inmigrantes llegados de la Marina Alta una vez superada la prueba de entrada y dirigidos a la ciudad de Nueva York.

Si no tenían destino concreto, explica Morell, desde casa se les aconsejaba dirigirse hasta el barrio de Lower East Side. Allí se ubicaba La Valenciana, una fonda de la época regentada por dos hombres, uno de Orba y otro de Benissa, donde se ofrecía cobijo, comida y ropa para trabajar.

Concretamente, la dirección a la que se les enviaba era el 27 de Cherry Street. Actualmente, esta dirección ha desaparecido después de construir la autopista con un tramo que pasa por debajo del puente de Brooklyn, según la información proporcionada a este periódico por Roberto Sanfiz, director de La Nacional, actual director Sociedad Española de Beneficiencia en Nueva York.

Sanfiz, que ha aportado algunos detalles a este reportaje, señala que el lugar más indicado para ver cómo era el barrio valenciano y español de la época es Seaport. «Cherry Street fue el primer barrio que creció como español, porque allí atacaban los barcos. Al trasladarlo al barrio de Greenwich Village, en la 14 st. donde se encuentra La Nacional, fue en detrimento», señala.

Y, allí, entre grandes edificios y nuevas infraestructuras que iban a ayudar a construir, los vecinos y vecinas de la Marina Alta que emigraron a Nueva York lograron un hogar. Muchos de ellos volvieron a sus pueblos de origen, aunque no todos. Aquellos que se quedaron tras 1920, fundaron el Círculo Valenciano en el 104 de Madison Street, apunta Morell.

Bibliografía

  • Morell, Teresa (2012). Valencians a Nova York. El cas de la Marina Alta (1912-1920). València, Edicions 96.
  • Esteve, Juli (2021). L’emigració valenciana als Estats Units i el Canadà: El somni americà contra el caciquisme i la fil·loxera. InfoTV.
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