Son pocos los nuevos vecinos del casco urbano de Llombai en la Vall de Gallinera, pero eso no impide que la esperanza se respire de nuevo entre las casas que lo componen. Un sentimiento que se aviva en estas fechas tan señaladas al darse un paseo por los alrededores de la zona.
En la entrada del municipio, un adorno navideño y unas pequeñas luces decorativas advierten de la presencia de residentes en un pueblo que llevaba deshabitado hacía, aproximadamente, 45 años.
Dos familias conviven ahora en las casas que hace apenas un año ni se imaginaban que serían las protagonistas de hoy. Ambas llevan en Llombai desde Pascua, según publicó el Levante-EMV, y desde entonces la vieja historia del último habitante que vivió en el pueblo a finales de los años 70 va quedando cada vez más alejada de las narraciones.
Un nuevo comienzo que refleja los esfuerzos de la Vall de Gallinera por mejorar su situación de despoblamiento. Con ocho núcleos de población distintos, solamente son 557 los habitantes que viven en la localidad, según los últimos datos del Observatori Marina Alta.
Hace poco el Ayuntamiento daba a conocer que se había dotado a Llombai de alumbrado público, para mejorar la vida de los nuevos habitantes en el olvidado casco urbano. Por ello, se trata de un pequeño paso para el municipio, pero también de un gran ejemplo por revivir y no descuidar los pueblos del interior de la comarca que padecen este tipo de crisis demográfica.
Y la Navidad es, precisamente, una buena oportunidad para retomar la ilusión en este reducido casco urbano de solamente una calle. Tanto es así que, en la Vall de Gallinera, se ha vuelto a incluir a Llombai en el recorrido programado para que los pajes reales de los Reyes Magos recojan las cartas de los niños y niñas que han repoblado el núcleo. Sin duda, un gesto que refleja a la perfección la magia y los buenos deseos que se agolpan cada vez que llega un nuevo 25 de diciembre.
Una noticia maravillosa.
Era desolador ver Llombai sin vida.